jueves, 30 de octubre de 2008

ADEOM-IMM, FIN DE UNA PERIPECIA

Escribe Walter Ernesto Celina

Nadie, pensando razonablemente, pudo sospechar allá, en medio de la crisis de económica y financiera de 2002, que el diferendo que estallara entre el gremio municipal montevideano y las autoridades del gobierno departamental, pudieran arrastrarse hasta el 2008. Así fue hasta hace menos de una semana, en que se pudieron zanjar las diferencias y adoptar una fórmula conciliatoria.
He observado el curso de los acontecimientos político-gremiales como ciudadano residente en Montevideo, no ligado en la actualidad a ninguno de los actores.

Del pasado puedo recordar, con claridad, cuando el gobierno blanco del Sr. Daniel Fernández Crespo pidió medidas especiales contra la antigua ADEOM, al punto que tanquetas vigilaron la Av. Agraciada. Corría la década del 60. La huelga de entonces diezmó al sindicato municipal. El movimiento reivindicativo se precipitó en el vacío. Quedó aislado. Sus demandas no fueron atendidas. La asociación de empleados y obreros se desplomó.

La tarea de su reestructuración correspondió a un núcleo de trabajadores abnegados y de concepciones claras. Arrancaron de cero y, ladrillo a ladrillo, edificaron una nueva agrupación profesional. Citaré, por su mérito, a un dirigente excepcional, en capacidad y modestia: Idilio Pereira. Compartí con él -desde una línea clasista- instancias de trabajo para objetivos mayores en orden a la unidad de los trabajadores y a la gestación de una fuerza política, de izquierda y sin exclusiones.
Tras su fallecimiento, noveles militantes recorrieron su senda. Resurgió un sindicato pujante, como tantos otros. Hubo una Convención Nacional de Trabajadores y un Frente Amplio.
Lo sorprendente, en el tiempo democrático postdictatorial ha sido el desencuentro mayúsculo generado entre los gestores comunales montevideanos del Frente Amplio y la agrupación laboral del municipio.

Arrastrar 6 años de conflicto, más que un récord, es una desventura.
Ello debe exigir un examen de responsabilidades, en primer lugar políticas, lo que no excluye el análisis crítico, desde la perspectiva de la asociación implicada, como del PIT-CNT. Sería necio no extraer lecciones.

Sin perjuicio de lo anterior, surgen aspectos positivos que me parece oportuno poner bajo un haz intenso de luz.
En primer lugar, la ejemplar asamblea municipal del 23.10.2008. Fue un acto de extraordinario orden, al que asistieron 2.500 personas. La aceptación de la fórmula consensuada por la dirigencia de ADEOM y la Intendencia fue respaldada, no por una mayoría simple, ni calificada. Fue ratificada por la unanimidad de los presentes. Los alcances económicos del convenio -por dos años- satisficieron. El sindicato quedó robustecido en su unidad.
Por su parte, el Intendente Departamental, en la misma tarde, se comunicó con la población desde los noticieros. E informó con sobriedad.
Los actores pudieron, al fin, sonreír. Los pobladores experimentamos, también, una sensación de alivio.
Más allá que todos sabemos que nada es gratis y que no podrán obviarse algunas consecuencias, la solución del diferendo debe saludarse.

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