sábado, 13 de septiembre de 2008

DE LOS ENGORDES DEL ESTADO Y LA FLACA MEMORIA

Escribe Walter Ernesto Celina


La extensión del título hará sospechar al lector que se trata, poco menos, que de una novela. Y no lo es, aunque se parezca a una historia tragi-cómica.

El Dr. Gonzalo Aguirre Ramírez es un jurista experimentado y un político informado. Supo ser negociador desafortunado con las Fuerzas Armadas en los Encuentros del Parque Hotel, al expirar la última dictadura. Luego, Vicepresidente de la República. Además de amante al turf, los buenos copetines y el gardelismo, es columnista del diario “El País”. Allí quema buena parte de su pólvora, sea contra los gobiernos argentinos de los esposos Kirshner, los desaciertos que descubre en la administración Vázquez o asumiendo la defensa, como hace muy poco, de un grupo de militares angustiados por la aplicación del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas...

Dejando de lado algunos improperios que rebajan su figura magistral, este hombre leguleyo se queja de los casi 500 artículos embolsados en el Proyecto de Ley de Rendición de Cuentas que saliera de la Cámara de Representantes rumbo al Senado, desde donde -ahora- acaba de emigrar para su ratificación en la cámara de origen.

Hombre de proverbial memoria, acierta cuando recuerda la voracidad olímpica de gobernantes blancos y colorados para crear y distribuir cargos y la implacable crítica con que reaccionaban los sectores de izquierda. “En parte -admite- la crítica era fundada.”
¿Lo sería?
Bastaría recordar sólo un caso, entre miles. Era Ministro de Obras Públicas el Dr. Héctor Grauert. Infló de modo desmesurado las planillas del personal eventual al punto que, como “peonas”, ingresaron en legión mujeres a las oficinas administrativas. Una bituminización, sui géneris, política y partidista.
Hace acuerdo de la reforma constitucional de 1951, que estatuyó los “cargos políticos y de particular confianza”. No cita que el reparto del “3 y 2” en los Entes Autónomos, Servicios Descentralizados, Suprema Corte de Justicia, Corte Electoral, Tribunal de Cuentas, etc., racionaba en esa proporción no ya los puestos, sino también, teléfonos, expedientes jubilatorios y, hasta el 2005, publicidad oficial para “medios amigos”, bolsas de cemento portland y otras yerbas!
Entre dos -él y este modesto ciudadano- parecería que el ejercicio mnemotécnico es más divertido. Lo que alguien olvida, en efecto, otro lo puede recordar.

En las notas “Cargos de desconfianza” y “Cargos y más cargos” (“El País” 19 y 26 de agosto de 2008) el comentarista aborda las creaciones y asignaciones de recursos que se efectúan en Presidencia de la República y Secretarías de Estado para generar puestos y funciones contratadas. De seguro, con más erudición y noticias que las que dispongo, otros analistas podrán ratificar o rectificar lo que sostiene el Dr. Aguirre Ramírez. Después de todo, con “sabios cuenta la santa madre iglesia”, como para clarificar lo que se pueda.

El jurista recuerda el valor de la carrera administrativa en el Estado y aprecia que los cargos de particular confianza la desvirtúan. Anota que el Dr. Juan Andrés Ramírez, desde el diario “El Plata”, advirtió en 1960, sobre este flagelo en que los nombramientos jerárquicos “a dedo” trastocan la profesionalidad de la función pública.

Debo traer a colación que los primeros cargos de confianza -de desconfianza los llama- se crearon en el Presupuesto del Salón Verde, en el Senado, durante el primer gobierno del Partido Nacional. Sí, es cierto, que por ese entonces era un puñadito irrelevante. ¿Alguien podrá decir a cuántos ascienden ahora?
Rememora una ley de 1990 que prohibió llenar vacantes (con excepciones) y admite que los sistemas de becas y pasantías también afectaron la carrera administrativa. Omite, sin embargo, el escándalo de las contratos de obra y, por supuesto, las copiosas designaciones que se hacían en la Comisión Administrativa del Poder Legislativo cuando él fuera presidente del Senado. Y el trascendido, en oportunidad de la candidatura del Prof. Dr. J. A. Ramírez -su pariente-, de un programado reparto de 3.000 cargos de la administración, para el caso que aquel resultara electo. La paternidad de la eventual distribución se le atribuyó a él.

En los engordes del Estado y en el embadurnamiento de caras y manos con el chantilly presupuestario, hay muchos. Olvidadizos, como el ilustrado abogado, más de uno.

¡TANTO A FAVOR!

Escribe Walter Ernesto Celina


En el largo período, de varias décadas, en que padres, médicos, psicólogos, pedagogos y otros profesionales han abogado para que la educación pública uruguaya no omita la educación sexual en la formación de sus educandos, se acaba de producir un hecho que merece destaque.

Se trata del lanzamiento de una compilación de estudios de orientación, destinados a docentes de Primaria, Secundaria, Universidad del Trabajo y centros de formación de maestros y profesores, en la que se enfocan los temas de la sexualidad y áreas conexas, como salud y profilaxis, derechos y deberes, estrategias para entrar en la materia central, etc.

Se trata, obviamente, de un instrumento de apoyo. No ha de suplantar el saber necesario de cada educador. Es una forma de estimularlos a ingresar con firmeza y tacto en un camino que, no por viejo, ha resultar nuevo. El país precisa agiornarse en una faz trascendente en la vida de los individuos.

El recorrido ha de comenzar a temprana edad. Desde los primeros años en la familia. Después también. En los ámbitos educativos la comprensión del niño y del adolescente ha de enriquecerse. La sexología no se orienta a juzgar comportamientos sino a ofrecer conocimientos sobre el sexo (diferenciación funcional macho-hembra, formas reproductivas) y la sexualidad, esto es, los fenómenos emocionales y conductuales relacionados con aquel.

Viene al caso citar que fue el sabio austriaco Sigmund Freud, (1856-1939), quien propuso la primer teoría sobre el desarrollo sexual infantil progresivo y la incidencia que este ha de tener en la construcción de la personalidad.
Para el neurólogo el proceso tiene una manifestación en la fase oral, cuando el niño obtiene máxima complacencia sorbiendo en el pecho materno.

Aceptadas o revisadas que puedan ser las teorías pioneras, la sexualidad infantil ya no se discute y la educación no formal -mejor informal-, desde el hogar, va dando respuestas a las conductas del niño. A ella se añade la social, la que deriva del medio cultural.

Las escuelas y demás lugares de estudios hasta ahora habían obviado la consideración del asunto.
Es muy bueno que los programas de educación sexológica estén activos y, de suyo, es positivo que los educadores tengan los soportes necesarios. El manual de Educación Sexual, de ANEP (Administración Nacional de Educación Pública), puede considerarse una herramienta de utilidad para quienes tienen en sus manos la alta tarea de preparar a las nuevas generaciones.
Puede exclamarse, en buena hora y con razón: ¡Tanto a favor!

lunes, 8 de septiembre de 2008

GALEANO, UN LIBRO Y UNA MUJER

Escribe Walter Ernesto Celina

CONCEPTOS DEL AUTOR

El escritor uruguayo Eduardo Galeano acaba de lanzar la “La paradoja andante”, un trabajo que supone contar la historia de un modo distinto y, a la vez, una forma de promover interrogantes acerca de cómo han discurrido determinados hechos.
Su enfoque es bien distinto al que iniciara con su clásico “Las venas abiertas de América Latina”.Lo que agrega -ha dicho- es la amplitud de la visión.” Sostuvo que eso le “permitió la loca idea de escribir una historia universal, o casi universal, para desolemnizarla.” Adquirió, así, “mucha libertad para poder hacer una burla impune a las fronteras del mapa y del tiempo.” Con esta perspectiva, Galeano encuentra los ángulos que le permiten “rescatar cosas que valen la pena que se conozcan o, simplemente, formular preguntas.”

MUJERES EN “ALTAMIRA”

Refiriéndose a las pinturas rupestres de Altamira (Cantabria, España) comenta: “...Tuve la suerte de verlas al natural, cuando todavía no estaban protegidas y descubrir que están en el techo de las cavernas. O sea, que me acosté para verlas”. Más adelante inquiere: “...cómo es que aquellos tipos, que eran tan brutos -nuestros abuelos-; aquellos hombres casi monos, que eran tan bestias, obligados a ganarse la vida peleando de mala manera entre monstruos más monstruos que ellos, bestias contra bestias, pudieron crear obras tan volanderas como estas que se escapan de la roca y van al aire.” Y desprende, casi de modo conclusivo, las interrogantes siguientes: “¿Y si fueron ellas? ¿Y si eran ellas las que decoraban la casa mientras ellos se iban a cazar?”

UNA PRECURSORA DE LOS DERECHOS FEMENINOS

Eduardo Galeano recuerda a varias mujeres olvidadas por la historia. Una de ellas: Olimpia de Gouges.
¿Quién era? Vale saberlo.
Activista revolucionaria y autora teatral. Nació en Francia en 1748 y murió guillotinada en 1793. Formuló el proyecto de Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, repitiendo las nociones que en 1789 había sancionado la Asamblea Nacional:
“Las madres, las hijas y las hermanas, representantes de la nación, piden ser constituidas en Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido y el desprecio de los derechos de la mujer son la únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una solemne declaración los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer...”

Denunció los olvidos de la revolución, para sustentar que “la mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos”. Chocó contra la dirigencia jacobina. Algunos, como Chaumette, sostenían que “no es decente abandonar los cuidados devotos de la familia” para bajar a la plaza pública a “realizar los deberes que la naturaleza ha impuesto sólo a los hombres.”

Jean A. Condorcet, uno de los pilares ideológicos del cambio político y social francés (1743-1794), perseguido como Olimpia de Gouges, comparó la situación de las mujeres de su época con la de los esclavos y propugnó por la igualdad de los derechos de género.
La nueva justicia, suele ser, esquiva y lacerante y, por tanto, imperfecta. Ello la hace un capítulo para el examen, que el autor coloca en la cabeza del lector, implícitamente.


CUATRO CONVICCIONES GALEANAS

Desde las mesas del Café Brasilero, reducto del que es habitué en la Ciudad Vieja de Montevideo, el escritor habla de su libro, de cultura y de política. Varias afirmaciones:

Una: “Las grandes invenciones que hicieron posible el Renacimiento son chinas: la brújula, la pólvora y la imprenta. Los chinos tenían imprenta dos siglos antes que Gutenberg. Pero la guerra del opio, que aniquiló a China, la convirtió en una nación humillada, de drogadictos, donde los japoneses después entraron como Perico por su casa, sin resistencia ninguna.”

Otra: “ Las cadenas de la opresión nunca tienen sólo dos eslabones. La idea de un opresor y un oprimido es un esquema que no tiene nada que ver con la realidad. Mentira. Cada oprimido oprime al que tiene abajo. Son cadenas de muchos eslabones. Como la película “El gran dictador” de Chaplin. Cada uno le daba la orden al otro y Chaplin se daba vuelta y no tenía a quien darle la orden.”

Otra más: “En el Uruguay todavía no se le ha dado a la cultura el valor que tiene como agente de cambio; o sea, como motor fundamental en los procesos de cambio. Entonces hay una sustitución de la cultura por la política, por la política entendida en el sentido mezquino más chiquito, que yo creo que no le hace ningún bien a la cultura, ni a la política. Hay un divorcio ahí que me parece que todavía estamos lejos de haber resuelto.”

Y confiesa: “Creo en las coaliciones, pero no en los partidos únicos. Creo en la posibilidad que haya frentes organizados sobre la base de coincidencias fundamentales, con derecho a ser diferentes, a expresar puntos de vista distintos. Si no, no me merece fe.”

ENTRE PARADOJA Y PARADOJA

En “La paradoja andante” pueden encontrarse algunos contrasentidos. Estas son unas grageas chispeantes:

Hernán Cortés
“Tenochtitlán, el centro del imperio azteca, era de agua. Hernán Cortés demolió la ciudad, piedra por piedra y con los escombros tapó los canales por donde navegaban doscientas mil canoas. Esta fue la primera guerra del agua en América. Ahora Tenochtitlán se llama México DF. Por donde corría el agua, corren los autos.”

Indios
“El monumento más alto de la Argentina se ha erigido en homenaje al general Roca, que en el siglo diecinueve exterminó a los indios de la Patagonia.
La avenida más larga del Uruguay lleva el nombre del general Rivera, que en el siglo diecinueve exterminó a los últimos indios charrúas.”


Haití
“Haití pagó una enorme indemnización. Desde que en 1804 conquistó su independencia, la nueva nación arrasada tuvo que pagar a Francia una fortuna, durante un siglo y medio, para expiar el pecado de su libertad.”

Olimpíada de 1936
“En 1936, el Comité Olímpico Internacional no toleraba insolencias. En esas Olimpíadas, organizadas por Hitler, la selección de fútbol de Perú derrotó por 4 a 2 a la selección de Austria, el país natal del Führer. El Comité Olímpico anuló el partido.”
(Fuente: Revista “Socio Espectacular” – IV/ 2008 – Montevideo)

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martes, 2 de septiembre de 2008

APOCALIPSIS: ¿SE ACABA EL MUNDO?

Escribe Walter Ernesto Celina

Seguramente muchos de mis lectores habrán recibido a las puertas de sus domicilios, más de una vez, a propagandistas religiosos portadores de la versión: “Se acaba el mundo...”
En tiempos en que la ciencia experimentaba progresos, aunque no los suficientes para desentrañar misterios de la naturaleza, las interpretaciones antojadizas podían ganar terreno en los más crédulos, desprevenidos o afectos a las fantasías, en los menos intuitivos o cautivos de la ignorancia.
Se acaban de cumplir cien años exactos de la caída en nuestro planeta del meteorito Tunguska.
El suceso pudo describirse así: de pronto apareció en el cielo una enorme bola de fuego que, tras explotar, arrasó todo cuanto se cruzó en su línea de avance. El estallido ensordecedor hizo temblar la tierra. El presente cósmico tuvo lugar en el centro de la Siberia (Rusia), cerca del río Tunguska, afluente del Yenesei. Era el 30 de junio de 1908. En un área de varios cientos de kilómetros el bosque -taigá- fue aplastado. Los árboles pasaron a ser astillas.
La potencia de la explosión fue equivalente al de varias bombas atómicas. La onda acústica dio dos veces vuelta al orbe según los registros acústicos de los observatorios. Para el investigador Alexandr Bagrov se trató del desprendimiento de un fragmento de un cometa desconocido. Del fenómeno espacial quedan sólo secuelas y anomalías en la zona de impacto. No hubo trabajos de campo, ni estudios concomitantes al hecho.
Hoy se sabe que estos episodios acechan a nuestro planeta, como consecuencia de la dinámica intergaláctica.
Sin embargo, muy a menudo, difusores de interpretaciones bíblicas citaban la figura de Satán (Luzbel, Diablo), mencionando tal o cual versículo del Apocalipsis, libro final del Nuevo Testamento, u otros, como los de Daniel, Enoc o Esdras.
La voz apocalipsis viene del griego, siendo equivalente a revelación. Esta no es otra que el fin del “reino del mal”, inspirado por Satán, cuyo poder cederá ante el de un dios, judío o cristiano. Hay pues, en la literatura bíblica, en medio de elementos simbólicos, el anuncio o esperanza de un mundo mejor. En otros términos, una revelación, sin duda, consoladora.
Los signos de la noticia podían resultar aterradores. Variedad de profetas aprovecharon fenómenos cósmicos (eclipses, estrellas fugaces, meteoritos, coloraciones espaciales, etc.) como materia prima para la charlatanería. Y, aún hoy, todavía quedan golpeadores de puertas, mensajeros de la hecatombe final.
Más ¿ella es posible?

Tenemos que si no se ataja el desastre climático, provocado por los hombres y los sistemas de apropiación de las riquezas y del trabajo humano, las catástrofes naturales irán en aumento. Progresión hacia el mundo del caos. No tiene sentido hablar de Satán, cuando los autores son de carne y hueso.

¿Y los arsenales atómicos y los transportes intercontinentales instantáneos?
¿Para qué invocar al espíritu del mal cuando un asteroide puede impactar desde el cosmos sobre nuestro planeta?
La literatura apocalíptica data de un período comprendido entre los 200 años antes de nuestra era y los 100 de la actual, época de represiones religiosas, en que el lenguaje figurado insuflaba ánimo a los perseguidos, que, al fin, alcanzarían la vida deleitosa de un paraíso.
Apenas cien años atrás el meteorito Tunguska invadía nuestro espacio vital y, sólo, por puro azar, vino a golpear una región inhóspita. Pero, corrigiendo un tanto su trayectoria, pudo sembrar de muertos ciudades próximas, como Moscú o San Petesburgo.
La ciencia se posesiona de preciosos conocimientos y, cada vez más, hiere de muerte leyendas fatídicas. Así, sobre las bolas de fuego, invasoras de la Tierra desde “el más allá”, llegan a saberse cosas sorprendentes.
Tamaño y otros rastros de la composición de los meteoritos se obtienen en el fondo de los océanos. La extinción en masa de los dinosaurios se debió, según conclusiones de investigadores de la Universidad de Hawai (EE.UU.), a una lluvia de meteoros.
Ello habría ocurrido en el cretácico o en la era terciaria, hace unos 65 millones de años. Un meteorito de ese ignoto tiempo pudo tener una dimensión de cuatro a seis kilómetros. En el lugar de choque los meteoros dispersan una proporción de osmio al vaporizarse. Es en el fondo del mar donde se conservan tales isótopos.

Por supuesto, ningún texto religioso, ni ninguna leyenda podían explicar con rigor de qué se trataba.
La imaginación desarrolla ficciones y realiza juegos simbólicos. Sólo la ciencia esclarece y aproxima a la verdad.
Pese a los presagios más oscurantistas, el mundo no se acaba. Al menos por ahora y siempre que el hombre trate de evitarlo. En tiempo presente y futuro.

ALFREDO ALAMBARRI, PRECURSOR DE POLÍTICAS SOCIALES

Escribe Walter Ernesto Celina

En el pasado las políticas sociales estuvieron fuertemente enlazadas a los conceptos de la medicina moderna.
Si de las cuestiones de la infancia se trata, en Uruguay y América, el Dr. Luis Morquio puede ser considerado un pionero insigne.
Desde los años 40 del siglo pasado, otro médico pediatra, el mercedario Dr. Alfredo Alambarri, fue sentando los conceptos de una atención social al niño, partiendo de la idea básica del binomio madre-hijo, ensamblada a la de una familia funcional. Se trataba de un elemento conceptual original, dialéctico, nuevo. Verdaderamente revolucionario.

A la profilaxis de las enfermedades infantiles, con dispensarios, gotas de leche, casas-cuna, etc., se incorporaron servicios maternales para que el trabajo de la mujer no entorpeciera la crianza de los niños más pequeños.
Los avances de la pedagogía enriquecieron los primeros centros infantiles. Surgieron así los jardines de infantes y complejos de atención de niños, que se sumaron y cambiaron la concepción de los viejos “asilos”, que pasaron a transformarse en internados -evitando la masificación- y casas-hogares, de porte reducido.

En Mercedes (Departamento de Soriano), por ejemplo, al centro “Chopitea”, se agregaron las obras “Vizcaíno”, ahora articuladas bajo una doctrina activa de protección a la infancia.
Alambarri condujo allí experiencias inéditas, aceptadas, sin discusión, ¡cincuenta años después!
Un perfil distinto fue encauzándose y, así como Educación Primaria fue abriendo “jardines”, el sistema tripartito de las Cajas de Asignaciones Familiares fue dando coberturas a la mujer y al niño por ramas gremiales importantes. Se iniciaba una seguridad social más amplia. No era un mero asistencialismo. Nacían los derechos de las personas a disponer de servicios con coberturas sistematizadas.

En el fermento combinado de las necesidades de mejoramiento y humanización de las primitivas prestaciones, de una más eficiente atención a la familia del trabajador y en la puja de lo que eran capaz de ofrecer el “socialismo real” y las estructuras del capitalismo, hubo cabida para ensayos innovadores y combinaciones metodológicas. Se produjo un avance.

En este escenario, durante la administración del presidente Andrés Martínez Trueba, el Dr. Alfredo Alambarri pasa a dirigir el Consejo del Niño (INAME desde 1986 y, luego, INAU).
Alambarri fue un extraordinario estudioso y un intelectual brillante. Abrevaba en los principios de una ética humanista. Tenía muy claro cuáles eran las limitaciones de la política imperante y, más todavía, las estrecheces que el sistema imponía. No cejó, sin embargo, en impulsar reformas -que fueron muchas-, ni de llevar adelante experiencias novedosas.
Abrió jardines de infantes en barrios populosos, llevó la laicidad allí donde el Consejo del Niño pagaba por la atención de menores, fundó casas-hogares para jóvenes y niños, promovió la labor de hogares sustitutos a cargo de cuidadoras, perfeccionó y controló los mecanismos de la adopción, potenció la inserción de pupilos en la enseñanza primaria pública, media, técnica y universitaria, dio vida a la división educación -prevista en el Código del Niño- y cuando la asistencia social comenzó tomar rango profesional, confirió a estas trabajadoras relevancia y las ligó a las familias carenciadas.
Como vareliano convencido advirtió el rol que la escuela pública podía cumplir para la atención de los niños de los barrios donde la falta la vivienda, de trabajo, de salubridad, etc. incidía en la disgregación familiar, vulnerando los derechos infantiles.

Consecuencia de esta óptica fue que colaboradoras suyas promovieron, en 1985, las escuelas experimentales de tiempo completo, lo que después fuera asumido como política gubernamental. Otro tanto pasó con la posibilidad de extender los jardines de infantes desde los 3 años.
52 años después, sin que nadie lo haya dicho hasta ahora, pragmáticas de los equipos de Alambarri vuelven a ser tomadas en relación a la contención de los niños en estado de calle.
Cabe recordar que, cuando en 1956, la crisis productiva comenzó a impactar, la mendicidad infantil tuvo un registro en alza y el fenómeno del delito, protagonizado por púberes y jóvenes, se hizo patente.

El Dr. Alfredo Alambarri, con la opinión de la cátedra penal, con miembros de la Suprema Corte de Justicia y acompañado de las voces de la mejor doctrina nacional, se opuso a la rebaja de la imputabilidad de los menores de 18 años. Sostuvo que la represión y el confinamiento y, menos aún, la promiscuidad carcelaria, fueran respuestas a una cuestión social.
Entendía que la vida callejera del niño era una pésima escuela y exploró las causas de este abandono. Una de sus manifestaciones era la mendicidad, de la que hoy también se habla.
Creó en Montevideo la Brigada Móvil de Acción Social. Recorría las calles. Detectaba y recogía menores en vagancia o escudados en la venta de estampitas religiosas y pequeños enseres. Devolvía los niños a sus familias, indagaba la razones de la desatención, procuraba hogar a quienes no lo tenían, les concedía amparo y estudiaba caso a caso. Lo hacía con recursos infinitamente menores a los que años después se dispusieran. Incorporó voluntarios, absolutamente honorarios.
Después de él aquellas actividades perdieron eficacia.

La Brigada de referencia aconsejaba -tal cual hoy la hace el nuevo INAU- no dar monedas a los menores, como forma de no estimular su presencia en la vía pública y desalentar a quienes hacen un modus vivendi lanzando a sus hijos a mendigar. Y no se ignoraba que, en algunas situaciones, ese mendrugo, dado por un mayor con buena voluntad, tal vez sirviera para comprar algún alimento.
Para Alambarri esto no era lo principal. La mendicidad, la vida callejera, el acto violento de un joven o aún de un niño constituían -y son- epifenómenos, que esconden una patología social profunda: la que hay que atacar.
Este gran ciudadano, con sagacidad política, advertía cuáles eran los factores determinantes.
Abrazó los ideales de una sociedad fundada sobre principios de justicia, solidaridad y responsabilidad. Fue un propulsor auténtico de noveles políticas sociales. Tuvo claridad para saber las limitaciones de la reforma y la eficacia del cambio. No negó a aquella, ni a éste.
Supo ver los árboles y el bosque.
20.05.08