sábado, 13 de septiembre de 2008

¡TANTO A FAVOR!

Escribe Walter Ernesto Celina


En el largo período, de varias décadas, en que padres, médicos, psicólogos, pedagogos y otros profesionales han abogado para que la educación pública uruguaya no omita la educación sexual en la formación de sus educandos, se acaba de producir un hecho que merece destaque.

Se trata del lanzamiento de una compilación de estudios de orientación, destinados a docentes de Primaria, Secundaria, Universidad del Trabajo y centros de formación de maestros y profesores, en la que se enfocan los temas de la sexualidad y áreas conexas, como salud y profilaxis, derechos y deberes, estrategias para entrar en la materia central, etc.

Se trata, obviamente, de un instrumento de apoyo. No ha de suplantar el saber necesario de cada educador. Es una forma de estimularlos a ingresar con firmeza y tacto en un camino que, no por viejo, ha resultar nuevo. El país precisa agiornarse en una faz trascendente en la vida de los individuos.

El recorrido ha de comenzar a temprana edad. Desde los primeros años en la familia. Después también. En los ámbitos educativos la comprensión del niño y del adolescente ha de enriquecerse. La sexología no se orienta a juzgar comportamientos sino a ofrecer conocimientos sobre el sexo (diferenciación funcional macho-hembra, formas reproductivas) y la sexualidad, esto es, los fenómenos emocionales y conductuales relacionados con aquel.

Viene al caso citar que fue el sabio austriaco Sigmund Freud, (1856-1939), quien propuso la primer teoría sobre el desarrollo sexual infantil progresivo y la incidencia que este ha de tener en la construcción de la personalidad.
Para el neurólogo el proceso tiene una manifestación en la fase oral, cuando el niño obtiene máxima complacencia sorbiendo en el pecho materno.

Aceptadas o revisadas que puedan ser las teorías pioneras, la sexualidad infantil ya no se discute y la educación no formal -mejor informal-, desde el hogar, va dando respuestas a las conductas del niño. A ella se añade la social, la que deriva del medio cultural.

Las escuelas y demás lugares de estudios hasta ahora habían obviado la consideración del asunto.
Es muy bueno que los programas de educación sexológica estén activos y, de suyo, es positivo que los educadores tengan los soportes necesarios. El manual de Educación Sexual, de ANEP (Administración Nacional de Educación Pública), puede considerarse una herramienta de utilidad para quienes tienen en sus manos la alta tarea de preparar a las nuevas generaciones.
Puede exclamarse, en buena hora y con razón: ¡Tanto a favor!

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