viernes, 20 de diciembre de 2013

ZITARROSA: POETA DEL DOLOR Y LA TERNURA

Escribe Walter Ernesto Celina
20.12.2013

La música es un fantástico pasaporte al mundo de la sensibilidad de otros individuos, de otras culturas, del presente y del pasado. Supone un viaje enriquecedor a nuestro propio interior. Alegra, ennoblece. Anima y empuja a andar.
Ciertas subdivisiones formales suelen categorizarla, lo que a veces concluye en un ejercicio de elitismo discriminatorio.
Prefiero ver esta manifestación del hombre social e íntimo como un mar abierto, de variados cielos; de aguas quedas y turbulentas, con peñones y rocas sumergidas de corales. La música popular es componente indisoluble de estos estados.

UNA PERSONALIDAD RESISTENTE

Alfredo Zitarrosa, en los años 70 del siglo anterior, fue una personalidad preclara del canto nacional. Su alto índice de popularidad lo hacía visible hasta para los más distraídos.
Nació en 1936 en Montevideo. Como preparando una despedida de abrazos, en 1989, fue llegando a la cofradía de melómanos íntimos, tejió reconciliaciones con otros más distantes y partió.
En la colección “A viva voz”, dirigida por Mario Benedetti (1), son presentadas un conjunto de canciones de su autoría. En la introducción aparece el testimonio de quien fuera su representante, el periodista y escritor Enrique Estrázulas: “El espíritu de Zitarrosa se modeló a raíz de su desamparo, de la gesta de vivir y sobrevivir una infancia durísima.”
La mitigación de un dolor profundo lo lleva por sus riberas a la poesía, crea músicas y hace de la guitarra su compañera esencial.
Supo sobreponerse a las adversidades. Descolló con su talento. Fue ciudadano de coraje. Y dejó una huella profunda en el canto uruguayo del último medio siglo.

RELANZAMIENTO DE LA MILONGA

Recreó la milonga con nuevo perfil. Asumió lo contemporáneo bajo una forma expresiva vieja, simple y maestra. Su voz, su manera gardeliana de llegar al escenario y su personalidad, dan esplendor y vida a la poética propia. O a la prestada, como la de Yupanqui. Hace que lo vernáculo compita con lo exótico del mercado del disco. Y con sus milongas inmortales, irán estilos, zambas, vidalitas, cifras, chamarritas, tangos, candombes, siempre con resplandores de encordados.
Al costado de la Generación del 45, casi en paralelo, surgía otra menos visible, de la que Zitarrosa, a la postre, resultó figura descollante. El centro imantador había sido el Bar Barrucci, en la esquina de la Av. 18 de Julio y la ex Olimar, hoy Ing. Germán Barbato, en MVD. Frecuentador del mismo y personaje emblemático de sus ruedas fue el poeta Vicente Basso Maglio, radialista de la misma emisora que contara con las voces de Salvador Puig y Alfredo Zitarrosa.
El cantautor pudo lucir su letrística llevándola repetidas veces al surco. No es menos cierto que acudió y exaltó otras plumas valiosas.
Así graba, de Ignacio Suárez y Yamandú Palacios, “Poeta al Sur” (2). Tomo esta estrofa, que A.Z. la remarca -casi como suya-, al reacentuar los versos finales, que dicen:que sólo de andar cantando y en el dolor, / aprendemos a morir.

Este es el fragmento:
Gris oficio el de poeta,
deber y culpa, tal vez,
andar y ser de sombra y luz,
surco en el aire y sentir
que sólo de andar cantando y en el dolor,
aprendemos a morir,
que sólo de andar cantando y en el amor,
aprendemos a vivir.
Se trata de la relación crucial entre vida y muerte, el amor y dolor y sus no previstos caminos. También refiere al trabajoso oficio del poeta y al  quehacer cotidiano. Al propio y al compartido con muchos otros. Él no fue un artista adocenado, de los que beben y se retroalimentan solícitos con el poder. Razones todas, más que suficientes, para entonar por milonga y empuñarla como un desafío y un himno superior.

A PROPÓSITO DEL AMOR
La ternura y el amor a sus semejantes llegarán siempre desde su proscenio pero, cuando el querer viene casi con el empaque de una primera persona, aparece el filo del desgarro; de algo que pudo ser hermoso pero encontró un escollo para no materializarse (3):
Cuando te vuelva a encontrar,
nos podremos sonreír,
prefiero verte partir,
como te he visto llegar.
Cuando vuelvas a pensar,
que una vez te conocí,
y que nomás porque sí,
te compuse una canción,
cantará en tu corazón,
lo poquito que te di.

VOCACIÓN ARTIGUISTA

Sobre el centenario de la muerte de José Artigas -1950- una pléyade de historiadores revalorizaron su proyección política y social y, a la vez, indagaron sobre la disidencia del Gran Jefe con la burguesía de comerciantes porteños, en antinomia con las masas desvalidas orientales.
Surgió un nuevo artiguismo, al que Zitarrosa le cantó (4):
Vidalita acordate de José Artigas,
y endulzate la boca, cuando lo digas.
A la huella de un siglo que otros borraron,
mintiendo los martirios del traicionado.
…………………………………
..
       Vidalita orientala, lejana y pura,
a la patria cantala sin amargura.
No hay más huella, canejo, que la de Artigas,
y jugate el pellejo, cuando la sigas.

LOS QUE NO MUEREN

Su cancionero no omitió la condena de los horrendos crímenes dictatoriales que ocurrían en Uruguay, por lo que alzó -más de una vez- sus versos serenos por los mártires. Su canto circulaba en cintas magnetofónicas escuchadas clandestinamente (5):
Fruto maduro 
del árbol del Pueblo,
la canción mía
siempre porfía.
Puede morir, 
pero quiere
cantarle sólo a la Vida,
que no la olvida.
…………………..
Sombra de Gancio y de Mora,
de Fernández, de Mendiola,
no canta sola.
Quiere ser flor 
y se cierra
como un puño;
que la cuide,
eso me pide.
En la versión original, de 1972, Zitarrrosa, recuerda estos nombres, así: "A Arbelio, a Líber, a Hugo, a Susana, a Recalde, a Nieto, a Espósito, a Gutiérrez, a Abreu, Cervelli, López y González; obreros y estudiantes, mártires del pueblo, unidos para siempre, y unidos más que nunca en nuestros corazones".

CON EL ALMA A LA IZQUIERDA

En el libro de reciente aparición “No me vengas con historias”, del comunicador Diego Zás (6), hay un breve capítulo dedicado al formidable personaje. Analiza visiones político-ideológicas que no ocultó. Votante de Luis Batlle Berres, tuvo inclinaciones hacia el anarquismo. Participó de los procesos unitarios por una izquierda sin exclusiones. Militó para el Movimiento Popular Unitario, de extracción batllista, que convergió con el Frente Izquierda de Bonavita-Arismendi. Posteriormente, con Eduardo Platero -dirigente sindical municipal en Montevideo-, ingresaron al Partido Comunista. Zitarrosa estuvo exiliado en México y Europa.

CUENTAN QUE SUCEDIÓ

El escritor Eduardo Galeano en "El cantor", relataba más o menos lo siguiente:"Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo su amigo Juceca (Julio César Castro, humorista. WEC) subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites. Cuando volvió, contó lo que había escuchado.
San Pedro preguntó ritualmente por nombre, edad, oficio. -Cantor, terminó Alfredo. El portero celestial quiso saber más: -¿Cantor de qué?     -De milongas, contestó. Pero San Pedro no las conocía. Picado por la curiosidad, le ordenó: -¡Cánteme alguna! Zitarrosa cantó. Una, dos, cien milongas. San Pedro quería que aquello no acabara nunca.
La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos. Entonces Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja. ¡Fue la única vez que Dios no supo quién era Dios!"

NOTAS:

(1)
Editora Espasa Calpe Argentina - Bs.As. – 1997

(2)

POETA AL SUR

MILONGA

IGNACIO SUÁREZ - YAMANDÚ PALACIOS

Porque estás vivo y al Sur
entre los muertos y el mar
y canta tu corazón,
cuando quisiera llorar,
llorar por eso de andar
solitario y sin saber
en qué verso has de beber
la lluvia azul del atardecer.
Vienes de barcos que están
pintados sobre la piel,
unos queriendo zarpar,
otros queriendo volver,
volver sin andar el mar,
gastados de andar y ser
versos, barcos de papel,
ocaso azul antes de amanecer.
Y en el andar hacia vos
por esas calles, estás
herido de bandoneón,
enfermo de eternidad,
desnudando el corazón,
golpeado de realidad,
soñando lunas tendrás
la luna azul de tu tiempo y el mar.
Gris oficio el de poeta,
deber y culpa, tal vez,
andar y ser de sombra y luz,
surco en el aire y sentir
que sólo de andar cantando y en el dolor,
aprendemos a morir,
que sólo de andar cantando y en el amor,
aprendemos a vivir.

(3)
 MILONGA PARA UNA NIÑA
Milonga
Alfredo Zitarrosa
 El que ha vivido penando,
por causa de un mal amor,
no encuentra nada mejor,
que cantar y d'ir pensando.
Y si anduvo calculando,
qué culpa pudo tener,
cuando ve que una mujer,
no conoce obligaciones,
se consuela con canciones,
y se olvida de querer.
Por eso niña te pido,
que no me guardes rencor,
yo no puedo darte amor,
ni vos podés darme olvido.
Yo sé que en cualquier descuido,
me iba a bolear contra el suelo,
y aunque me ofrezcas consuelo,
yo no lo puedo aceptar,
puedo enseñarte a volar,
pero no seguirte el vuelo.
Yo no te puedo entregar,
un corazón apagado;
cuando falla el del costado,
no hay nada que conversar.
Hay una forma de amar,
que es un modo de conciencia;
hay un amor que es paciencia,
y otro que es solo aromar.
¿Cuál amor te podría dar,
quien amara tu inocencia?
Cuando te vuelva a encontrar,
no podremos sonreír,
prefiero verte partir,
como te he visto llegar.
Cuando vuelvas a pensar,
que una vez te conocí,
y que nomás porque sí,
te compuse una canción,
cantará en tu corazón,
lo poquito que te di.

(4)
A JOSÉ ARTIGAS
Vidalita
  Carlos Bonavita - Alfredo Zitarrosa    
Vidalita acordate de José Artigas,
y endulzate la boca, cuando lo digas.
A la huella de un siglo que otros borraron,
mintiendo los martirios del traicionado.
       A la huella vieja, vidalitay,
que te estoy buscando,
junto a Lavalleja, vidalitay,
yo quiero oírte andando.
      A la huella, primero, de José Artigas,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.
Lararailaira, lararairá,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.
      Vidalita orientala, lejana y pura,
a la patria cantala sin amargura.
No hay más huella, canejo, que la de Artigas,
y jugate el pellejo, cuando la sigas.
      Patria sola y patria, vidalitay,
patria sola y muda,
rompé tu silencio, vidalitay,
vamos en tu ayuda.
      En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten caballos;
vamos mano con mano, los uruguayos.
Lararairara, lailararará;
vamos mano con mano, los uruguayos. 
  
Zitarrosa cambió luego estos versos, los que quedarían así: “En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten baguales; / vamos mano con mano, los orientales”.

(5)
LA CANCIÓN QUIERE
Milonga
Alfredo Zitarrosa
Fruto maduro 
del árbol del Pueblo,
la canción mía
siempre porfía.
Puede morir, 
pero quiere
cantarle sólo a la Vida,
que no la olvida.
No tiene miedo a la bala,
ni a la bomba, 
ni al infierno,
canta "pudiendo".
Lleva en las manos heridas
una flor con una espina,
agua y harina.
Canto del Pueblo que ama,
también canta por dinero
como un obrero.
Sombra de Gancio y de Mora,
de Fernández, de Mendiola,
no canta sola.
Quiere ser flor 
y se cierra
como un puño;
que la cuide,
eso me pide.
Nombra la carne horadada
de la Vida más amada,
la desarmada.*
Fruto maduro 
del árbol del Pueblo, 
la canción mía
siempre porfía.
Quiere ser flor 
y se cierra como un puño; 
que la cuide, eso me pide!

(6)

Editorial Fin de Siglo - Set./2013 - MVD-UY

jueves, 5 de diciembre de 2013

TESTIMONIO DE CARLOS QUIJANO

(2)
Escribe Walter Ernesto Celina
05.12.2013
En nota anterior me he retrotraído al formidable testimonio suministrado por el periodista Prof. Dr. Carlos Quijano en un editorial del 24 de mayo de 1974, tiempo del arrasamiento de las libertades democráticas y de los derechos personales.
Un resumen hubiera distorsionado su expresión diáfana y los signos propios de una personalidad que no cedía a aquel cuartelazo hecho en conmixtión con una casta de civiles.
“Marcha” era espejo de una buena porción de la intelectualidad uruguaya, democrática y de izquierda. Disconforme con las políticas aplicadas por los partidos tradicionales y con la gestión del poder administrador; alzada contra las políticas de guerra de EE.UU. y renuente a la URSS. No asociada a las prácticas macartistas. Ergo: estaba apuntada en el index de los pacheco-bordaberristas, de los nombrados como “blancos baratos” y de la derecha militar. Había que callarla. Así fue.

EL MINISTRO JUAN CARLOS BLANCO INTERROGADO

Quijano es quien toma  nuevamente la palabra, en su memorable columna, anotando: Por esos días (20 de febrero) el señor Blanco, Ministro de Relaciones Exteriores, dialogaba con los periodistas en México:
"Pregunta: Usted declaró hace pocos días que el cierre del semanario MARCHA y el encarcelamiento de personalidades como el doctor Carlos Quijano y el escritor Juan Carlos Onetti se debe a delitos comunes.
¿Podría usted indicar qué tipo de delito común cometió el escritor al asistir como jurado a un concurso literario? ¿Qué disposición legal se aplicaría en este caso? ¿Existen antecedentes en la materia o es la primera vez que en su país se plantea un caso de ese tipo?
 Respuesta: Como este episodio ocurrió precisamente en momentos en que yo viajaba hacia México, no tengo todos los elementos de juicio necesarios. Lo que sí puedo asegurarles es que entre hoy y mañana, tal vez, haya pronunciamiento de la justicia con respecto a la acusación que se ha presentado por esa participación en una publicación que se permitió realizar, que vulnera disposiciones -y no se especificaba qué disposiciones- del Código Penal, que vulnera ciertas disposiciones del Código Penal, que velan por la moral pública. Pero no tengo noticias de cuál es el pronunciamiento de la justicia, porque esto está sometido a la justicia y espero que este pronunciamiento ocurra -según lo que he sabido esta misma mañana- entre hoy y mañana y me será muy grato poder trasmitir a ustedes oportunamente lo que han decidido los tribunales competentes".  
Replica el editorialista: La sintaxis de las manifestaciones ministeriales no es, a la vista está, muy correcta, la coherencia del discurso no es monolítica y la riqueza del lenguaje no es enceguecedora; pero ha de reconocerse que el señor Blanco no andaba descaminando en sus predicciones. Dos días después, como vimos, el juez militar nos liberaba.
Por otra parte, corridas ya varias semanas, el señor Bordaberry en conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros, aquí en Montevideo (2 de mayo de 1974), decía categóricamente:
"Con respecto al caso de los directores y demás integrantes de la plana mayor del semanario MARCHA -izquierdista- Bordaberry aseguró que se encuentran a disposición de la justicia civil, dado que el juez militar que actuó en el caso no ha encontrado delito. Agregó que el dictamen de la justicia será respetado inmediatamente."

UN PLUS DE ENCIERRO

Anota luego: Pero ocurrió y eso no podía preverlo el señor Blanco que, liberados por el juez militar coronel Rodríguez Soto, seguimos detenidos. Sin duda, bajo el régimen de "medidas de seguridad". Pero ignoramos todavía y no vale la pena averiguarlo, la autoría y la fecha de la disposición. El expediente pasó entonces a la justicia civil, la que por su parte tampoco nos procesó, ni ordenó nuestra prisión y el domingo 24 de febrero, a las tres de la mañana, nos despertaron en la Jefatura y partimos con rumbo desconocido.
Arribamos al “Cilindro”, y allí nos quedamos -Onetti y Mercedes fueron internados pocos días después, por razones de salud en un sanatorio- hasta el martes 14 de mayo, a las doce del día. La justicia civil, para la cual, paradójicamente, estábamos en libertad, se expidió el viernes 10 de mayo, ordenando el archivo del expediente. Damos más adelante la vista fiscal y la resolución del juzgado. En total, tres meses y cinco días. Después de la liberación decretada por la justicia militar, ochenta y un días. Esta historia no sería completa si no recordáramos otros detalles:
Luego de nuestra liberación por la justicia militar, MARCHA fue clausurada por diez ediciones.

ENCARCELAN A JULIO CASTRO

Prosigue: Es confortante comprobar "que no hay matrero que no caiga". A Julio Castro que se había acercado temerariamente al pueblo, lo metieron preso y de nada le sirvieron el trabuco y el facón, el 20 de marzo. Por suerte, nunca fue interrogado por la justicia. Vaya a saberse cuántos disparates hubiera dicho o hecho; pero lo recibimos alborozados en el “Cilindro”, en las inmediaciones del cual dejó su flete más o menos aperado. Por más señas, un alazán tostado de esos que están muertos antes que cansados. (Ironiza con la situación y dichos anteriores de Julio Castro, referidos en nota anterior. W.E.C.)
 Y este es el relato de nuestra modesta peripecia y de nuestra exigua penitencia en este mundo convulsionado y en este desorientado país. Nada significa frente al dolor y la angustia de tantos y tantos que han sufrido y sufren. Apenas un episodio.
 Estamos de nuevo frente a nuestra mesa de trabajo para hacer lo que debemos hacer.
Es sencillo y no hay que alzar la voz.
No estamos muertos, ni cansados. O como decía Quevedo, con cuya deslumbrante lectura nos deleitamos en el “Cilindro”, gracias al incomparable Alfaro: "Antes muerto estaré que arrepentido". Todo oficio tiene sus gajes, molestias y perjuicios. Ejercerlo es exponerse. Es la ley: vivir es arriesgar. Y todavía vivimos. Aun­que, según tenemos oído, Santo Tomás decía que el mayor pecado es la imprudencia.

EL PRINCIPIO DE LA “JUBILOSA FRATERNIDAD”

El Prof. Dr. Quijano no olvida y estampa, finalmente: Algo, no obstante, traspasa los límites de la experiencia cumplida. La trasciende. Y es la jubilosa fraternidad, que tanto nos enseñó, de los camaradas del “Cilindro”. Los compañeros. Con ellos compartimos el pan, como la palabra enseña. Y la esperanza. La callada e inalterable certeza de tiempos mejores para esta tierra entrañablemente nuestra.
La prisión hermana y aunque parezca incongruente, ayuda a liberarse. Todos pensaban más en los otros que en ellos mismos.
Y es también la conmovedora solidaridad de cuantos, muchos -al punto de sorprendernos- nos tendieron su mano o nos hicieron llegar su palabra. Aquí o desde lejos. Ahora, más que nunca, no nos está permitido, ni desertar, ni defraudar, ni traicionar.

 Fuente: Los golpes de Estado (1973) Carlos Quijano
CC.RR -  ROU - MVD IX.1989
 




AQUEL MALHADADO GUARDAESPALDAS

(1)
Escribe Walter Ernesto Celina
05.12.2013

Existen en la literatura periodística páginas eruditas, de fuerza testimonial incontrastable y espíritu libertario irreductible. Se distancian de esa otras, fofas y sin sustancia, recurrentes y convencionales.  
El Prof. Dr. Carlos Quijano fue un verdadero maestro. No podían leerse sus comentarios sin aprehender un conocimiento, aún transitando por los terrenos, siempre abiertos, de las dudas razonables.  Quijano enseñaba siempre a pensar. Lo hizo como académico en economía y, muy particularmente extra cátedra, desde su tribuna escrita de cada viernes.  
El 24 de mayo de 1974 hizo para “Marcha” un editorial señero, tras haber sido uno de los detenidos del “Cilindro”, cuando la sombra ominosa de la dictadura silenciaba a plomo y mordaza.
Tituló dicho artículo -justamente- “Tres meses y medio después”, es decir, luego de haber abandonado aquel campo de concentración urbano en que compartiera prisión.
De dicho momento tomaré -para esta primera nota- algunos pasajes. Tienen la propiedad de introducirnos, desde la indisputable altura de su pluma militante, en un hecho de “la historia reciente”.
UN CUENTO Y UNA GRAN REDADA
Comienza: El último número de MARCHA apareció el 8 de febrero. Hace tres meses y medio. El 9, en las primeras horas de la mañana Nelson Marra, Hugo Alfaro y nosotros, fuimos detenidos. Ese mismo día o el siguiente, también cayeron presos Juan Carlos Onetti y Mercedes Rein y requeridos Julio Castro, Gerardo Fernández y Jorge Ruffinelli. Este, contratado por una universidad de México, había partido unos días antes. Gerardo Fernández estaba en Buenos Aires, Julio Castro en el interior del país y, aunque ajeno a cuanto ocurría, cabe pensar de acuerdo con sus tenebrosos antecedentes que, como Juan Moreira y Martín Aquino sus ilustres mentores, había ganado ya, llevado por su instinto, el monte, para pelear contra la "polecía" A trabuco y facón, obviamente (aquí menciona expresiones poco tiempo antes hechas por el docente Julio Castro, WEC).  
El motivo de la redada no tardó en saberse: la publicación del cuento El guardaespaldas de Nelson Marra, en el aludido número del 8 de febrero.”
Más adelante, continúa: …Los fallos se retrasaron por diversos motivos: clausuras de MARCHA, enfermedad de algunos de los miembros de los jurados, viajes de otros (Onetti fue invitado especialmente a España).
El jurado de ensayos integrado por Ardao, Martínez Moreno y nosotros se expidió el 26 de diciembre de 1973 y su fallo se publicó el 28 del mismo mes (N° 1666).
El de cuentos -Onetti, Rein y Ruffinelli- que debió leer, comparar y juzgar, trescientas cincuenta y dos obras, se pronunció el 6 de enero de 1974 (nº 1667 - 11/1/74) y otorgó por unanimidad el primer premio al cuento El guardaespaldas, cuyo autor resultó ser Nelson Marra. En el acta respectiva Onetti dejó esta constancia: "El cuento ganador, aun cuando es inequívocamente el mejor, contiene pasajes de violencia sexual desagradables e inútiles desde el punto de vista literario."

EL OBJETO LITERARIO PERSEGUIDO
 Sigue el Dr. Quijano: Como todos los años también, se entrevistó a los ganadores. Nelson Marra dijo entonces: "El propósito inicial fue la composición de un personaje eminentemente antiheroico, presumiblemente rioplatense, lamentablemente latinoamericano, sospechosamente universal. Para aportarle una dimensión más o menos verosímil, lo tomé en su instancia límite -la muerte- y recompuse su infancia, sus instintos, sus hábitos, su imposibilidad de aferrarse a una vida que ya no le pertenecía. Y también rescatar lo incidental de su mundo y su lenguaje -y ahí está lo literario- fragmentarlo y recomponerlo en una estructura que resulta bastante compleja porque lo literario me llevó a otro terreno, a otro lenguaje: el cinematográfico." (Nº 1669 del 25 de enero de 1974). Como todos los años -repitámoslo una vez mas- es decir, igual que en el caso de otros concursos, MARCHA que estaba obligada por las bases a publicar el cuento en libro, lo dio, como anticipo de éste, en el número reiteradamente citado del 8 de febrero.
  Agrega: El fallo, respaldado por la insospechable solvencia intelectual y moral del jurado, era indiscutible. Los miembros de ese jurado que además, trabajaron con ahínco y total desinterés, nos merecían y nos merecen el más absoluto respeto y la más absoluta confianza. Es hora de decirlo públicamente. Así como de agradecerles muy mucho, otra vez, su difícil tarea cumplida con limpio empeño y de darles satisfacción por los prolongados sinsabores de que fueron víctimas.

NI MUERTOS, NI CANSADOS
Narra ahora la peripecia: El 9 de febrero, pues, fuimos detenidos mientras MARCHA era allanada y se prohibía su aparición. Ambulamos por distintas oficinas policiales hasta que terminamos en el piso 4 de la Jefatura, mientras éramos puestos a disposición de la justicia militar. Esta procedió, debe reconocerse, con diligencia: el lunes 18 de febrero nos tomó declaración; al día siguiente fueron interrogados Onetti y Mercedes Rein y ya, previa vista fiscal, el viernes 22 a las ocho y media de la noche, nos leyeron y notificaron la sentencia en la misma sede del juzgado.
Marra fue procesado; Onetti, Mercedes Rein, Alfaro y nosotros puestos en libertad aunque nosotros dos, "bajo emplazamiento" por si la justicia civil nos encontrara incursos en delito de imprenta.
Interrumpo el discurso del gran periodista tomando, de su segunda parte -que mostraré en venidera nota-, esta frase perdurable:
“Estamos de nuevo frente a nuestra mesa de trabajo para hacer lo que debemos hacer.
Es sencillo y no hay que alzar la voz.
No estamos muertos, ni cansados.”
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