jueves, 5 de diciembre de 2013

AQUEL MALHADADO GUARDAESPALDAS

(1)
Escribe Walter Ernesto Celina
05.12.2013

Existen en la literatura periodística páginas eruditas, de fuerza testimonial incontrastable y espíritu libertario irreductible. Se distancian de esa otras, fofas y sin sustancia, recurrentes y convencionales.  
El Prof. Dr. Carlos Quijano fue un verdadero maestro. No podían leerse sus comentarios sin aprehender un conocimiento, aún transitando por los terrenos, siempre abiertos, de las dudas razonables.  Quijano enseñaba siempre a pensar. Lo hizo como académico en economía y, muy particularmente extra cátedra, desde su tribuna escrita de cada viernes.  
El 24 de mayo de 1974 hizo para “Marcha” un editorial señero, tras haber sido uno de los detenidos del “Cilindro”, cuando la sombra ominosa de la dictadura silenciaba a plomo y mordaza.
Tituló dicho artículo -justamente- “Tres meses y medio después”, es decir, luego de haber abandonado aquel campo de concentración urbano en que compartiera prisión.
De dicho momento tomaré -para esta primera nota- algunos pasajes. Tienen la propiedad de introducirnos, desde la indisputable altura de su pluma militante, en un hecho de “la historia reciente”.
UN CUENTO Y UNA GRAN REDADA
Comienza: El último número de MARCHA apareció el 8 de febrero. Hace tres meses y medio. El 9, en las primeras horas de la mañana Nelson Marra, Hugo Alfaro y nosotros, fuimos detenidos. Ese mismo día o el siguiente, también cayeron presos Juan Carlos Onetti y Mercedes Rein y requeridos Julio Castro, Gerardo Fernández y Jorge Ruffinelli. Este, contratado por una universidad de México, había partido unos días antes. Gerardo Fernández estaba en Buenos Aires, Julio Castro en el interior del país y, aunque ajeno a cuanto ocurría, cabe pensar de acuerdo con sus tenebrosos antecedentes que, como Juan Moreira y Martín Aquino sus ilustres mentores, había ganado ya, llevado por su instinto, el monte, para pelear contra la "polecía" A trabuco y facón, obviamente (aquí menciona expresiones poco tiempo antes hechas por el docente Julio Castro, WEC).  
El motivo de la redada no tardó en saberse: la publicación del cuento El guardaespaldas de Nelson Marra, en el aludido número del 8 de febrero.”
Más adelante, continúa: …Los fallos se retrasaron por diversos motivos: clausuras de MARCHA, enfermedad de algunos de los miembros de los jurados, viajes de otros (Onetti fue invitado especialmente a España).
El jurado de ensayos integrado por Ardao, Martínez Moreno y nosotros se expidió el 26 de diciembre de 1973 y su fallo se publicó el 28 del mismo mes (N° 1666).
El de cuentos -Onetti, Rein y Ruffinelli- que debió leer, comparar y juzgar, trescientas cincuenta y dos obras, se pronunció el 6 de enero de 1974 (nº 1667 - 11/1/74) y otorgó por unanimidad el primer premio al cuento El guardaespaldas, cuyo autor resultó ser Nelson Marra. En el acta respectiva Onetti dejó esta constancia: "El cuento ganador, aun cuando es inequívocamente el mejor, contiene pasajes de violencia sexual desagradables e inútiles desde el punto de vista literario."

EL OBJETO LITERARIO PERSEGUIDO
 Sigue el Dr. Quijano: Como todos los años también, se entrevistó a los ganadores. Nelson Marra dijo entonces: "El propósito inicial fue la composición de un personaje eminentemente antiheroico, presumiblemente rioplatense, lamentablemente latinoamericano, sospechosamente universal. Para aportarle una dimensión más o menos verosímil, lo tomé en su instancia límite -la muerte- y recompuse su infancia, sus instintos, sus hábitos, su imposibilidad de aferrarse a una vida que ya no le pertenecía. Y también rescatar lo incidental de su mundo y su lenguaje -y ahí está lo literario- fragmentarlo y recomponerlo en una estructura que resulta bastante compleja porque lo literario me llevó a otro terreno, a otro lenguaje: el cinematográfico." (Nº 1669 del 25 de enero de 1974). Como todos los años -repitámoslo una vez mas- es decir, igual que en el caso de otros concursos, MARCHA que estaba obligada por las bases a publicar el cuento en libro, lo dio, como anticipo de éste, en el número reiteradamente citado del 8 de febrero.
  Agrega: El fallo, respaldado por la insospechable solvencia intelectual y moral del jurado, era indiscutible. Los miembros de ese jurado que además, trabajaron con ahínco y total desinterés, nos merecían y nos merecen el más absoluto respeto y la más absoluta confianza. Es hora de decirlo públicamente. Así como de agradecerles muy mucho, otra vez, su difícil tarea cumplida con limpio empeño y de darles satisfacción por los prolongados sinsabores de que fueron víctimas.

NI MUERTOS, NI CANSADOS
Narra ahora la peripecia: El 9 de febrero, pues, fuimos detenidos mientras MARCHA era allanada y se prohibía su aparición. Ambulamos por distintas oficinas policiales hasta que terminamos en el piso 4 de la Jefatura, mientras éramos puestos a disposición de la justicia militar. Esta procedió, debe reconocerse, con diligencia: el lunes 18 de febrero nos tomó declaración; al día siguiente fueron interrogados Onetti y Mercedes Rein y ya, previa vista fiscal, el viernes 22 a las ocho y media de la noche, nos leyeron y notificaron la sentencia en la misma sede del juzgado.
Marra fue procesado; Onetti, Mercedes Rein, Alfaro y nosotros puestos en libertad aunque nosotros dos, "bajo emplazamiento" por si la justicia civil nos encontrara incursos en delito de imprenta.
Interrumpo el discurso del gran periodista tomando, de su segunda parte -que mostraré en venidera nota-, esta frase perdurable:
“Estamos de nuevo frente a nuestra mesa de trabajo para hacer lo que debemos hacer.
Es sencillo y no hay que alzar la voz.
No estamos muertos, ni cansados.”
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