miércoles, 21 de octubre de 2009

TRANSNACIONALES DEL MEDICAMENTO

Escribe Walter Ernesto Celina
La organización y prestación de los servicios de la salud comporta un proceso complejo.
A diferencia de lo que ocurre en Cuba, en que la atención se efectúa a través de un sistema socializado, de cuidado universal, sin discriminación entre pudientes y no pudientes, en los demás países la asistencia reconoce áreas diferenciadas entre lo público, lo privado y algunas formas eclécticas. Es el caso de Uruguay.
Uno de los soportes esenciales, en cualquier sistema, tiene que ver con el suministro de los medicamentos. Ello hace a algunas cuestiones fundamentales como las referidas a calidades, costos, contralores, etc.
Los proveedores, por su fuerte potencial, sortean o eluden exigencias legales en los distintos países, merced a la debilidad de los aparatos de fiscalización, como a los retrasos en orden al potencial de investigación de las especialidades.
Más aún, las transnacionales farmacéuticas toman de los países en desarrollo, subdesarrollados, también antes llamados del tercer mundo, las materias primas que retiran a precios viles. Luego, etiquetadas, se presentan a valores excluyentes en los escaparates. Asimismo, son beneficiarias de la emigración de los cerebros más lúcidos, los que pasan a brindar conocimientos en casas matrices, principalmente de Europa, Japón y Estados Unidos.

Un informe de Lucilo Tejera Díaz, de Cuba, aporta datos frescos acerca del modo de especular con el sufrimiento ajeno de muchas de las grandes firmas elaboradoras y exportadoras de medicamentos.
Trae a colación lo que acontece respecto al Virus de la Influenza A (H1N1). Como se sabe, ha ocasionado la muerte de más de 4.500 personas. La OMS, Organización Mundial de la Salud, calificó el mal como pandemia, es decir, enfermedad epidémica, con características de expansión acelerada.
Hay datos elocuentes: A fines de julio del año en curso, el grupo suizo Roche Holding AG anunció ganancias, en el primer semestre, por 937 millones de dólares, con aumentos especulativos del 203 por ciento. Pronosticó beneficios por una una cantidad similar para la segunda mitad del 2009.
Semejantes dividendos provienen, conforme a un reporte de la página digital BBC Mundo, por la venta del antiviral Tamiflu, utilizado inicialmente para combatir la Influenza A.
Por su parte, la compañía Glaxo Smith Kline, la mayor farmacéutica de Gran Bretaña, señaló que sus réditos ascenderían a 1.600 millones de dólares, merced a la comercialización de su vacuna contra la pandemia. El producto estará disponible para fines de año, contando con considerables solicitudes.
Cuando la epidemia cobraba fuerza en México, Estados Unidos y Canadá, en el segundo trimestre de 2009, circuló por Internet que la empresa farmacéutica norteamericana Gilead Sciences Inc. en el 2005 había tenido ingresos importantísimos por la venta del Tamiflu a países asiáticos, temerosos por brotes de la gripe aviar.
Como señala el informe mencionado “la obtención de la vacuna contra la Influenza A resulta el más visionario campo de ganancias para las “transnacionales del sufrimiento”.
Cada dosis inmunológica tiene un precio entre 10 y 12 dólares, nivel que para muchos países pobres es prácticamente inaccesible de cubrir, aún cuando algunas empresas internacionales accedan a disminuir su valor por cantidades mayores.
La segunda emergencia de la pandemia ha comenzando por estos días, al verificarse el cambio estacional en el Hemisferio Norte. No sin temor, se ha diagnosticado una mayor agresividad del agente patógeno.
Una vez más, los alquimistas del siglo XXI trasmutarán los virus en papeles verdes.

19.10.2009

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