El Sr. Aníbal Barrios Pintos, decano de los historiadores uruguayos e investigador de enjundia, acaba de ser distinguido en un cálido encuentro, donde convergieron la Academia Nacional de Letras, el Ministerio de Educación y Cultura, la Intendencia Municipal de Montevideo, vecinos del Barrio Cordón Norte, artistas y literatos.
Tras las palabras del Dr. Wilfredo Penco y del Prof. Luis Mardones y de recibir una placa testimonial, el homenajeado realizó esta alocución de sobrio y bello contenido:
“Estimados cofrades, jurados, vecinos, amigos todos:
Mucho he querido hacer como auténtico autodidacta y sólo algo he podido. Pero algo de lo mío quizá quede en el aire, en mis cuarenta y tres obras publicadas hasta este instante fugitivo, para servicio de la comunidad.
He acariciado en la fragua del tiempo hechos y sueños que dejan memoria en la piel, con la alegría de comprender y sentirse comprendido.
Nací en un lugar donde están cerca y se ven brillantes los luceros, como en el lugar donde vivió el poeta moguereño de fama universal Juan Ramón Jiménez, al que he llevado en la sangre y en el corazón.
Me he atenido siempre al concepto de Unamuno: “Cuanto más de su tierra y de su tiempo es un hombre, más lo es de todas las tierras y de todos los tiempos”.
He tenido el privilegio de conocer cabalmente mi país. Sesenta y nueve años han transcurrido desde que emprendí el peregrinaje por sus núcleos poblados, desarrollando, inicialmente, una labor de publicista, realizada con modestia pero con intensidad efectiva.
En esa tarea, como lo he dicho alguna vez, sorprendí al artista creador en su taller, al hombre rural en la cotidianeidad de su labor progresista, al industrial enamorado de su labor en medio del emporio de sus afanes, sin omitir acercarme a los rancheríos, sombra triste en el soleado ruedo de los campos. Y viajando en los más distintos medios, con emoción incontenible, he sorbido la esencia de nuestra geografía, que llevo permanente en mis ojos, con inextinguible imagen.
El ejercicio de dicha tarea, me ha obligado a profundizar en los temas, a buscar sus vinculaciones, a investigar en sus fuentes, a exhumar materiales gráficos atingentes a los mismos.
El lector interesado podrá encontrar en algunas de mis monografías los rastros brumosos de la prehistoria, los rasgos geográficos regionales, el estudio de las actividades mineras, la evolución de los principales núcleos poblados, el proceso de la vida cultural, las distintas manifestaciones de la sociabilidad, las actividades deportivas y la realidad de una fuerte economía agropecuaria.
Hoy, afortunadamente, sigo con las herramientas en la mano, pero sin las balizas que ponía mi compañera de toda la vida, ya sin posible regreso.
Me es particularmente grato compartir estos momentos en uno de los refugios de la amistad y lugar tradicional de reunión y camaradería, como son los cafés, que han caracterizado la personalidad acogedora de los montevideanos.
Desde aquel café-fonda, que abriera sus puertas en esta ciudad el 10 de octubre de 1782, con juego de billar y cuya principal especialidad era el chocolate, llegaron a tener gran esplendor y repercusión, en un tiempo de escritores, políticos, periodistas, plásticos y poetas, que sabían pensar y también reir.
En este mes de agosto, el Ministerio de Educación y Cultura ha procurado revalorizar algunos boliches que continúan manteniendo un perfil distintivo y un valor testimonial, entre ellos el Bar Rey, apellido de su anterior propietario, Alejandro Rey, oriundo de Padrón, villa de España, en la provincia de La Coruña, hoy timoneado por José Bouzón, su yerno, también español, originario de Redondela, provincia de Pontevedra.
Gracias, muchas gracias, académicos, jurados, vecinos y amigos, por lo de hoy y lo de siempre.”
waltercelina1@hotmail.com