Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com – 17.09.2010
waltercelina1@hotmail.com – 17.09.2010
La desafortunada aprobación, por la Cámara de Representantes, que dispuso descolgar la denominación de la localidad sorianense de Villa Darwin, para volverla a la bastante remota e intrascendente de Sacachispas, llama a examinar algunas peculiaridades conceptuales y políticas que rodean el episodio.
Me sustraeré, en consecuencia, a consideraciones sobre los notables aportes del sabio inglés a la teoría científica sobre el origen del hombre y la evolución de las especies, las que colocaron firmes columnas en el desarrollo de las ciencias biológicas y otras complementarias.
En una labor ímproba, de la que da cuenta su Diario de Viaje, aparecen referencias amplias a su pasaje por Uruguay, cuyos campos recorrió, observando y recogiendo especies. A sus acopios, agregó impresiones sobre costumbres sociales y tipos humanos y, aún, descripciones acerca de las características de la vegetación vernácula y los paisajes.
Fue en una propiedad rural de un inglés, en Soriano, desde donde Darwin cumplió trabajos exploratorios e individualizó especimenes como calandrias, ñandúes, carpinchos, mulitas, etc., referentes para cotejos con otros ejemplares recogidos en su periplo.
Soriano honró su talento nominando el poblado -cercano a la estancia que lo alojó- con su apellido. A la vez, dignificó el culto de la ciencia.
Cuando, con ignorancia penosa, se argumentaba “vamos a arrancar ese nombre gringo para volver a ser Sacachispas”, el elemento xenófobo se lanzaba contra el nombre -siempre luminoso- de Charles Darwin.
Fue en una propiedad rural de un inglés, en Soriano, desde donde Darwin cumplió trabajos exploratorios e individualizó especimenes como calandrias, ñandúes, carpinchos, mulitas, etc., referentes para cotejos con otros ejemplares recogidos en su periplo.
Soriano honró su talento nominando el poblado -cercano a la estancia que lo alojó- con su apellido. A la vez, dignificó el culto de la ciencia.
Cuando, con ignorancia penosa, se argumentaba “vamos a arrancar ese nombre gringo para volver a ser Sacachispas”, el elemento xenófobo se lanzaba contra el nombre -siempre luminoso- de Charles Darwin.
Tal adjetivación, por definición, marca hostilidad hacia el extranjero, odio y repugnancia. Gringo califica al no autóctono de habla inglesa y, aún, a aquellos que no son hablantes del español.
Este modo de reivindicar el nombre Sacachispas marca una contradicción absoluta con el sentimiento de tolerancia y fraternidad cultivado por la sociedad uruguaya. Con fuerte presencia de italianos, españoles y con matices aportados por otros pueblos, el uruguayo reconoce su origen multicultural y ha cultivado el universalismo, sin renunciar a su matriz precolombina.
En 2009 el Ministerio de Educación y Cultura, por intermedio de la Ing. María Simón, y las Intendencias de Montevideo y Maldonado, en actos convocados por entidades diversas y organismos como el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, homenajearon a Darwin. Placas conmemorativas fueron colocadas en Las Bóvedas, Montevideo, y en el Puerto de Maldonado.
Sería un paso de coherencia gubernamental que la malhadada media sanción de la Cámara de Diputados fuera paralizada por el Senado o, que el Poder Ejecutivo -eventualmente- ejercitase su poder de veto.
Sería un paso de coherencia gubernamental que la malhadada media sanción de la Cámara de Diputados fuera paralizada por el Senado o, que el Poder Ejecutivo -eventualmente- ejercitase su poder de veto.
Debe de resultar muy lisonjero para los amantes de las tierras litoraleñas este formidable recuerdo, escrito de puño y letra, dejado por el sabio inglés: “El panorama del Río Negro desde la sierra (de Perico Flaco) resultó el más pintoresco de lo que en cualquier otro sitio vi.”
Randal Keynes, tataranieto de Charles Darwin, a la izquierda de la placa conmemorativa
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1 comentario:
buen artículo. fue en uruguay donde darwin probablemente pescó mal de chagas.
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