miércoles, 8 de septiembre de 2010

DE OFICIO, OLFATEADOR

Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com
- 04.08.2010

La titulación alude al triste desempeño funcional del Sr. Juan Ángel Fernández, quien en la administración anterior accedió a un cargo de designación directa, bajo el pomposo rótulo de Director de Comunicaciones Institucionales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y, actualmente, revista como Asesor de Prensa del Congreso de Intendentes.
Se ha manejado y opera -como pez en el agua-, en programas progobierno, en medios radiales y televisivos, conjuntamente con su esposa. Por supuesto, dispone de publicidad de institutos públicos.
El pasaje a la democracia no parece suponer para muchos afines a la concepción tupamara el desalojo de sus ideas conspirativas.
A veces del grupo surgen ciertos toques de acento prusiano.
Esta vez, posesionado el asesor ministerial de una modalidad de cuño macarthista, incursionó en una práctica que Uruguay conociera en las décadas de los 50, 60 y 70, a través de medios escritos y emisoras. A tal fin, elaboró su propia lista negra. En su index catalogó de confiables y no confiables a decenas periodistas y comentaristas agropecuarios.
Cae de su peso que, él y su esposa, habrían de ser los más confiables para el gobierno frenteamplista.

En 1947 -recorba hace 5 años el gran periodista Homero Alsina Thevenet-, comenzaría en los Estados Unidos a actuar un comité de investigación parlamentario.
Lo integró Richard M. Nixon, años después expulsado de la presidencia de esta nación, por actos de espionaje contra el principal partido, opuesto a su gestión.
El bando de las víctimas en las postrimerías de la década de los 40 se denominó Los 10 de Hollywood. El de los victimarios incluía cuatro categorías: 1) los empresarios que en secreto confeccionaron las listas negras y nunca reconocieron su existencia; 2) los diputados del comité inquisitorial que pedían profesión de fe democrática; 3) los políticos que dejaron avasallar las garantías ciudadanas y 4) un haz de directores, actores y libretistas que, para salvarse a sí mismos, acusaban de comunistas a sus colegas.
La persecución ideológica fue un gran pretexto para las dictaduras que comenzarían a tapizar América Latina.
A ellas se asoció el exterminio de opositores.
En Uruguay la experiencia más reciente dividía a los ciudadanos por 3 letras: A, adeptos o confiables al régimen; B, dudosos y, C, subversivos. En esta clasificación estaban los hombres social y políticamente más comprometidos con la libertad y el cambio. Nutrieron cárceles y cementerios. Se exiliaron o sobrevivieron en el país como pudieron, en condiciones penosas, sin claudicar.

No he escuchado la reprobación más enérgica que pudo hacer el Frente Amplio de ese documento nefasto del señor Fernández. No lo hizo y no lo hará. Ha preferido dejar un lesivo episodio de caza de brujas como un hecho baladí.
La nueva izquierda, apoltronada, ahíta con banquetes empresariales, empleos, viajes y canonjías, vive ajena a las mejores prácticas republicano-democráticas.
Un Mc Carthy de bolsillo estuvo incubado en el ministerio que fuera de los Sres. Mujica y Agazzi.
No se consagró como un periodista digno. Apenas, como un triste olfateador.-
**

No hay comentarios: