domingo, 21 de junio de 2009

¡SUERTE, JORGE!

Escribe Walter Ernesto Celina

Con el Dr. Jorge Bruni, flamante Ministro del Interior, me conocí en el proceso de reinstitucionalización democrática, tras los aciagos tiempos en que la izquierda fuera puesta bajo fuego cruzado.
Parientes míos conocían a su familia mercedaria y, aún, nuestros domicilios no distaban mucho.
Algunos de mis amigos eran sus amigos. Tenía con ellos un signo de identificación temprana, dado por las luchas estudiantiles y el común enrolamiento en el Centro Universitario Mercedes (CUM).
El procurador Julio Alberto Salgado Majul -nuestro delegado en Montevideo- me lo mencionaba con respeto, no exento de afecto.
La adhesión al socialismo los identificaba en épocas de una izquierda escindida.
Cuando abandoné mis estudios de derecho, concentré mis esfuerzos en una militancia activa en pro de las reivindicaciones de los trabajadores, valorando -particularmente- la visión de Rodney Arismendi, un artífice sin parangón de las luchas sociales y políticas para amalgamar a los sindicatos en una sola central y a la atomizada izquierda en un potente movimiento político.
Tuve el privilegio generacional de actuar para la fundación de la COFE, CNT, Frente Izquierda, Frente Amplio.
Secretario de Bancada Parlamentaria como decano absoluto, lo fui del Frente Amplio, en su nacimiento, como Secretario Técnico.
Los temas de la seguridad social no me eran ajenos. En 1985, cuando conocí a Jorge Bruni, él actuaba como abogado del PIT-CNT. Bajo la presidencia de Vázquez en el FA, supe que formaba parte de su núcleo de asesores letrados.
Creo que fue sobre 1995 que me consultó por la demanda que, defendiendo mis derechos, incoé simultáneamente contra el Partido Comunista, el Frente Izquierda, el Frente Amplio y varios ex legisladores. Fracasada la conciliación e iniciada la vía judicial, los Dres. Jorge Bruni y Hugo de los Campos se excusaron de actuar por el demandado, rehusando participar en el proceso contra mi.
No eran propiamente mis amigos. No lo son.
Su ética difería de la de otros, como la del penalista Gonzalo Fernández, canciller de Vázquez, que actuó en el contencioso como laboralista...
No se trata ahondar en las historias personales, aunque sabido es que no todas las credenciales políticas son iguales. No importa cuán alto ciertos ambiciosos lleguen.
Bruni entra al Ministerio del Interior tomándolo en un momento complejo, por añadidura, al borde de las elecciones.
Sabe, sin duda, de su alto compromiso cívico, no sólo para actuar en la preservación de los derechos ciudadanos, sino para ser respetuoso y ecuánime con los partidos tradicionales y con los menores que existen, algunos escindidos de la izquierda mayoritaria.
La hombría de bien debe ser reconocida siempre, allí donde exista.
Jorge Bruni tiene abierta una carta de crédito. No la defraudará.

¡Suerte, apreciado coterráneo!

20.06.2009

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