Escribe Walter Ernesto Celina
El diario “El País”, experto en el manejo del serrucho político, acaba de ofrecer una excelente muestra de cómo es capaz de usar el concepto de laicidad, contaminando subrepticiamente a los escolares.
La revista destinada a este público, de fecha 17 de junio de 2007, Nº 1649, a partir de la página central 27 y subsiguientes, hace una didáctica de las elecciones internas partidarias, divulgando los procedimientos que las rigen. La ejemplificación refiere a hojas de votación, fotos de candidatos y partidos.
La necesaria ecuanimidad para tratar el tema la tiñe con la preeminencia que le da al Partido Nacional y, en particular, a Jorge Larrañaga, para empezar.
Encabeza el muestrario con el Partido Colorado, fuerza política residual en las últimas elecciones, y achatada en su electorado, según reiteradas muestras de opinión.
Intercala, luego, al Frente Amplio, partido con la mayoría absoluta en las elecciones pasadas y preeminente en todas las encuestas actuales.
Así las cosas, concede más de dos tercios de las listas de candidatos exhibidas para el Partido Nacional, fuerza secundaria de la elección pasada y, alejada del Frente Amplio, por muchos puntos, ahora. El espacio dado al Guapo Larrañaga para mostrar su cara es el doble del conferido a Mujica y Bordaberry, a los que, además, recorta.
En la página 28 repite su inyección subliminal partidarista para niños. Ahora la preeminencia le corresponde a Cuqui Lacalle que, por otra parte, aventajando a Larrañaga, aparece “ninguneado” y arrojado a un plano inferior. Astori y Bordaberry (otra vez Pedro) quedan “colgaditos”, por allá arriba, como miniaturas.
Con la misma técnica hace en la página 29 tres columnas. La primera para nacionalistas; la segunda para los frenteamplistas y, la tercera, para los colorados. La “blanca” está encabezada por Larrañaga, abajo va el sentenciado ex intendente Riet Correa y, al centro, como jamón de emparedado, coloca a Lacalle.
Este es un perfecto modelo de adulteración que presenta a niños y adolescentes una visión deformada de la realidad electoral nacional.
La laicidad supone respeto a los educandos. Ellos deben recibir una información equilibrada y objetiva, no manipulada.
“El País”, que sacude la cola como un marrano cuando habla de la “historia reciente” -luego que fuera puntal de la dictadura y de sus militares despóticos-, manosea la conciencia de los escolares y liceales de menores edades con el intento mezquino de favorecer a sus candidatos.
Esta es la “laicidad” que su moral cívica le permite.
19.06.2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario