lunes, 8 de junio de 2009

RARA AVIS

Escribe Walter Ernesto Celina

Mientras la candidatura de Danilo Astori languidece, ante la preferencia que el congreso frenteamplista y los eventuales votantes del sector hacen a favor de José Mujica, la socialista Daisy Tourné pareció ofrendarle un tiro de gracia al hombre señalado por Tabaré Vázquez para sucederle.
¿Cómo debe entenderse esta afirmación y qué peculiaridades tiene el hecho??
Vayamos paso a paso.
El presidente hace un tiempo puso el cuchillo -más apropiado sería decir, el bisturí- sobre la mesa, diciendo: los ministros que participen en la campaña electoral deberán renunciar.
El momento clave habría de llegar tras las elecciones internas del 28 del corriente.
Por aquella afirmación política que indica “que el que se precipita, se precipita”, la Ministra del Interior, Mtra. Daisy Tourné, en un acto de desesperación en su afán de sobresalir y emular las fórmulas comunicacionales de Mujica, abordó con lenguaje chabacano comportamientos políticos que, en general, la ciudadanía ha censurado. Por ejemplo, escenas de pugilato en el parlamento y empleo de palabrotas, propias de “barras bravas” inflamadas.
Asimismo, imitando al presidente Vázquez, que caminaba en los tinglados cuando hacía sus discursos proselitistas, esta señora montó su espectáculo ante un núcleo de jóvenes socialistas, donde también podía verse, en solitario, al Director General de Aduanas. Ello en presencia de las cámaras de Canal 10.
Su léxico ya no fue el de las poesías, con arrebatos románticos, que le publicara hace un tiempo “El País Cultural”.
Si en un acto oficial el presidente pudo mofarse de “El guapo” Larrañaga -que se muestra ávido en pescar votitos de centro-izquierda-, Tourné, muy segura luego de haber montado a caballo para pasar revista de tropas, ascendido en helicóptero y haberse mostrado en “Facebook” bajo una reconfortante ducha veraniega, estimó oportuno, ahora, tirarse desnuda a una piscina sin agua...!
De su boquita salieron palabras feas que hirieron sensibilidades. Su arte pedagógico cedió al impulso de la demagogia politiquera. Chapaleó tanto en el barro que le hizo un flaco favor al Frente Amplio.
Lacalle fue aludido, tanto como parlamentarios opositores y del partido gobernante (a los que criticó por sus improperios, repitiéndolos sin disimulo alguno, como para escracharlos y ubicarse por encima de ellos).
Hierro López, por ejemplo, tan magullado por las encuestas y condenado por Bordaberry, llevó la peor parte. Lo comparó con esa especie en extinción que son los asnos y lo llamó por su nombre más despectivo.
Daisy Tourné no solo encendió una hoguera mayúscula. En su ataque de supuesta sinceridad se había precipitado sobre el bisturí de Vázquez.
Y este no podía hacer nada para que no se fuera. Primero, porque había dejado de pertenecer al Partido Socialista. Segundo, porque su modalidad es el rito cortesano. Y, tercero, porque si Tourné era su seguidora, ésta había menoscabado la candidatura de Astori que, si debilitado por su rebelde neumonía, ahora la ministra de policías le colocaba este petardo que reventaría bajo su cama de hospital.
¡Como si con lo del Cr. Bengoa tuviera poco!
Así las cosas, mientras unos se indisponen -casi sin remedio-, otros -como la voluptuosa señora- se descalifican y suicidan en público. El peor auxilio que los socialistas podían brindarle al postulante presidencial que escogieron.
Del cortejo final participarían Eduardo Fernández, secretario del grupo de Tourné; sus correligionarios, el canciller Gonzalo Fernández y el ministro Daniel Martínez. A la vista, tres únicos dolientes.
Rara avis, la locuaz dama.
Y adiós a la pretendida mujer de hierro.


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