Escribe Walter Ernesto Celina
02.12.2012
He analizado, con datos fidedignos, la
autoflagelación a que se vienen sometiendo un conjunto de legisladores, quienes
exacerbando sus funciones ordinarias, parten raudos en aviones para posarse en
todos los destinos. En los habidos y en los por haber…, ya que el fervor por
ejercer la “diplomacia parlamentaria” los ha seducido.
En una interpretación recta, los viajes -asignados
por una rigurosa distribución
proporcional entre los representantes partidarios-, resultan cuestionables y,
más, abusivos.
Al margen de esta consideración, alguien podría
sostener que quien se expele al exterior
con frecuencia, también resulte agotado, contraiga compromisos adicionales y,
hasta se enferme. Siendo pues el ajetreo intenso, la función del parlamentario
debe estar acompañada por un régimen de licencias que contemple tanta fatiga. Contemplando
estos extremos, las disposiciones camerales vigentes tienen previsiones
similares, se trate de senadores o diputados.
Es de recordar que el denominado “receso” anual
se extiende desde el 15 de diciembre al 1º de marzo y no se interrumpe, salvo
circunstancias muy extraordinarias. Durante el mismo sólo queda habilitado un
pequeño cuerpo deliberante, la Comisión
Permanente. En este tiempo, cada uno de los 99 diputados y los
31 senadores reciben sus sueldos, más los gastos de representación, las partidas de secretaría y otras verdurillas
extras, que van desde pagos por prensa escrita a telefonía.
En el resto de la actividad oficial o privada,
nadie tiene un régimen de licencia paga de esta exquisitez. Aunque podría
ponerse la lupa en entes autónomos, servicios descentralizados y otros de
naturaleza pública, que parecen orbitar en otras galaxias.
Como si fuera poco, existen normas
parlamentarias ampliatorias, que los jugadores más habilidosos ponen en
práctica. Son las licencias retribuidas: por “motivos personales”, por “misión
oficial”, por “obligaciones notorias” y por “enfermedad”. La más desgraciada,
por menos socorrida, es la licencia “sin goce de sueldo”. Es como la culpa:
¡nadie la quiere…!
Una exploración llevada a cabo por el Centro de
Archivos y Acceso a la Información Pública
reveló, con datos oficiales que, desde el inicio de la legislatura, desde el 1º
de marzo de 2010 a
fines de setiembre de 2012, sólo en la Cámara de Representantes, se concedieron 6.097
días de pausa o asueto, de los cuales 6.095 fueron pagos.
Ergo, sólo 2
se otorgaron sin goce de sueldo. ¡Rara avis!
Sabido es que muchos candidatos hacen
“acuerdos” y, tras la elección, terminan pateándose las canillas. Así, cualquier
banca obtenida por asociación, no se reparte ni un minuto. Ese apetito menor
también se expresa en otra forma. Se exhibe en el hecho de que hayan sido 213
diputados suplentes los que hicieron fila para probar la sillita de los 96
titulares que se acogieron a alguna de las causales arriba enunciadas.
En un ranking, con visos de corruptela,
únicamente 3 no abandonaron sus butacas, por ninguna circunstancia. Adquirieron
una notabilidad no esperada: Graciela Matiauda y José Amy (Pdo. Col.) y Oscar
Groba (FA).
En el pelotón de los que disfrutaron por
“motivos personales” los 3.373 días de vacancia, quedaron a la cabeza los
blancos Daniel Mañana (77 días) y Gustavo Borsari (75), seguidos a rueda por
los frenteamplistas Andrés Lima (72), José Mahía (69) y Darío Rodríguez (67).
No tiene desperdicio el grupo que la gente ha
calificado como el de los “turistas parlamentarios”. Es el más costoso. Añade
al mazo de retribuciones, pasajes, viáticos y seguros. Lo lidera la maestra
Ivonne Passada (FA), con 107 días. La escolta su colega, exministra y jinete,
Daisy Tourné (FA), con 74 y, como para no ser menos, dentro del elenco
oficialista, otro maestro: Roque Arregui, computando 70 días, acompañado por
Juan Carlos Souza, con 55 jornadas. Para matizar, con una marca nada
despreciable de 73 días, un aprendiz adelantado de “touring”, el maestro nacionalista
José Carlos Cardoso.
Por “obligaciones notorias” (como acompañar a
la esposa a la feria, bañar al nene, asistir a un evento partidario, etc.) hubo
836 excusas pagas.
En el quinteto de avanzada, pedalearon así:
Felipe Michelini (FA) con 95 días; Pablo Iturralde (Pdo. Nal.) 67; Gustavo
Espinosa (Pdo. Col.) 57, Jaime Trobo (Pdo. Nal.) 55; Álvaro Delgado (Pdo. Nal.)
39.
Queda el grupo de los enfermos, con autorizaciones que suman 469 días. El
porcentaje mayor corresponde al nacionalista Alberto Perdomo. Escalonadamente
le siguen Nelson Rodríguez Servetto (Pdo.Nal.); Daisy Touré y Doreen Ibarra
(FA) y, cierra el quinteto principal, Gustavo Borsari (Pdo. Nal.).
Si en 6.097 días de licencias extraordinarias,
sólo 2 fueron sin goce de sueldo, algo rechina de modo manifiesto.
Los titulares cobraron y los suplentes
arrimaron su pan al delicioso mojito, generando por día una erogación -que paga
Juan Pueblo- del orden de los 5.000 pesos.
Este entramado no prestigia la
institucionalidad democrática. Y vuelve a plantear el tema mayor de las
relaciones entre la ética y la política.-