jueves, 30 de julio de 2009

TRIBUTO A VAZ FERREIRA

Escribe Walter Ernesto Celina

UN RICO TEMARIO

Circula en los medios culturales la Revista de la Academia Nacional de Letras (1). Centra especialmente su atención en la personalidad de Carlos Vaz Ferreira. Una sección destinada a discursos considera las labores de Pedro Luis Barcia, Petrona Rosende de la Sierra y Leonardo Garet. Presenta, asimismo, un ensayo literario sobre la poética de Jorge Arbeleche.
Con el rigor acostumbrado, la publicación ha estado bajo la atención de la comisión que preside Aníbal Barrios Pintos e integran Jorge Arbeleche, Gerardo Caetano, Adoldo Elizaincin, Ricardo Pallares y Angelita Parodi de Fierro.
Esta es la relación de los estudios formulados acerca del filósofo y pedagogo uruguayo: Carlos Vaz Ferreira (1782-1958), de Angelita Parodi de Fierro; El joven Vaz Ferreira, de Agustín Courtoisie; La lógica germinal de Vaz Ferreira, de Jorge Lieberati; El pensar radical de Vaz Ferreira y el discernimiento de los problemas sociales, de Yamandú Acosta; Anécdotas sobre el Dr. Vaz Ferreira, de Ágapo Palomeque; Felisberto Hernández y Carlos Vaz Ferreira, de Ricardo Pallares; Vaz Ferreira y el Derecho, de Héctor Gros Espiell y, Carlos Vaz Ferreira y la política. Algunas notas sobre los cruces entre ciudadanía y filosofía a 50 años de su muerte, de Gerardo Caetano.

ANÉCDOTAS POCO FILOSÓFICAS

Escaparé a las consideraciones de quienes exponen un examen variado del perfil del pensador uruguayo para introducirme en el terreno -nada formal- del anecdotario peculiarísimo que nos ha legado.
Comenzaré por una personal. Cuando ingresé a 4to. año, en el Liceo Departamental de Soriano, el curso de Introducción a la Filosofía se oficiaba con un texto que poco me persuadía. Conseguí de Vaz Ferreira Psicología Elemental. Curso expositivo, un texto ahora reputado libro raro, similar a una pieza de anticuario. La obra me aproximó al plano de los mecanismos del pensamiento. Bien. En el primer escrito, ordenado por el Profesor Escribano Viera (a. El Manquito), me salí un poco del libreto y tracé elementos que se me ocurrieron pertinentes trasladar de mi lectura. Era consciente que no pisaba bien en aquel terreno, complejo e inhabitual. Sin esperarlo, casi como una contrapartida, alcancé una muy buena nota. Fue la primer ayuda que me brindó Vaz Ferreira, conocido ya como Maestro de Conferencias.
Comenzaba a percibir que el objetivo de la educación era indisoluble con aprehender el saber y desarrollar la capacidad de alcanzar la autonomía del pensamiento.

¿CASAMIENTO?: “¡AHORA MISMO!”

Refiere el Prof. Ágapo Palomeque que, hacia fines del siglo XIX, Vaz Ferreira atravesaba una situación económica complicada, la que no le permitía desposarse con la Maestra Elvira Raimondi.
Cuando en 1900 le llega la designación de Consejero de Enseñanza Primaria, cargo con el que ganaría $80 pesos, se encontraba enfermo en cama.
Se levanta, pide un carruaje y va derecho a la casa de Pedro Raimondi. Requiere la mano de la amada.
-¿En qué plazo? ¿Uno, dos años...?, balbucea el padre.
-No, señor ¡ahora mismo! Tengo el coche en la puerta para ir al juzgado a apuntarnos.
Y, efectivamente, así ocurrió.
De su mujer dijo, en una dedicatoria: “A E. R. de V. F., por quien, para mi, no todo lo real fue dolor y no todo lo ideal fue sueño.”

ESCENAS DEL VIEJO TUPÍ NAMBÁ

El relato procede de una evocación traída al ruedo por el político mercedario Don Eduardo Víctor Haedo, cuya estampa aún me perece ver en el desaparecido Café Tupí Nambá.
Intelectuales y artistas -de todos los géneros- frecuentaban sus mesas parlanchinas, encendidas de polémicas políticas, literarias, filosóficas, sin que quedaran de considerarse los tópicos de la creación.
Recordó Haedo que los estudiantes que por allí se asomaban preguntaban, intrigados, de qué dialogarían aquellos dos monstruos: José Enrique Rodó y Carlos Vaz Ferreira, con habitualidad sentados uno frente al otro, café por medio,.
El tiempo esclareció todo. Los amigos bebían amistosamente en sus pocillos y lo hacían en silencio, disfrutando el momento de acompañarse mutuamente.
Así de simple y exquisito.

(1)
Revista: Año 3 Nº 5
Sede de la Academia Nal. de Letras: Casa de Herrera y Ressig
Ituzaingó 1225 - Montevideo
Tels. 915.2374 y 916.7460

27.07.2009

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