jueves, 30 de abril de 2009

MEMORIA NO DERRIBADA

Escribe Walter Ernesto Celina

Un cable de AFP, procedente de Madrid, señalaba días atrás la “discreta conmemoración” con que en España se recordó el 70 aniversario del fin de la Guerra Civil, prolegómeno de la avanzada nazifascista en Europa.
La sociedad hispana, indicaba el despacho, aún “se pregunta por la suerte de miles de niños sustraídos a sus madres, presas republicanas en los años 40”, menores que pasaron “a la tutela del régimen franquista”.
El juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional (principal tribunal penal español), magistrado libre de cualquier sospecha de “izquierdismo”, dispuso a finales de 2008 investigar “las sustracciones de niños a las presas” fieles a la democracia.
Afirmó el magistrado que “muchos de aquellos hijos fueron retirados a las madres y nunca fueron devueltos a sus familias de origen”, ni “tampoco se intentó” hacerlo.
Más aún, en opinión de Julián Casanova, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Zaragoza, los registros oficiales dan cuenta que entre los años 1940 y 1950, no menos de 30.000 niños apropiados por el franquismo fueron derivados a entidades católicas.
En realidad se trató de delitos de secuestro, agravados con los de pérdida de la identidad auténtica.

Décadas después estas prácticas siniestras ocurrían a América Latina.
En Uruguay y Argentina, para ir a lo más cercano, se padecieron vejaciones similares.
Caso emblemático es el de Macarena Gelman, nieta del insigne poeta argentino.
Su madre, luego de dar a luz en Uruguay bajo detención militar, fue asesinada, ignorándose el paradero cierto de sus despojos. Adulterada la identidad de la beba, fue entregada a una familia afín al orden policíaco imperante.
En este caso, lo mismo que en otros muchos, los militares han guardado hermético silencio.

Antonio Machado, que en sus Poesías de Guerra le cantara al General Lister y a Federico garcía Lorca, en la página Meditaciones del Día recordó la causa eficiente de la feroz dictadura ibérica: la venta de España a los “anhelos imperialistas de potencias extranjeras”. Cuando corría abril de 1937, sentenció con palabra memorable, de hombre de letras comprometido: “Es el pueblo mismo algo difícil de enajenar”.
Los pueblos enseñan -y Uruguay también lo vive- que la memoria tampoco se enajena.
Lo demuestra España en la búsqueda de sus muertos y en la pesquisa de la identidad falseada de miles de sus hijos.
El tiempo aleja los hechos. Es cierto. Más, la memoria, continúa fortaleciendo las exigencias de verdad y justicia.
Allá, aquí, en todas partes.

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