viernes, 3 de abril de 2009

EN AGUAS DEL PERIODISMO

Escribe Walter Ernesto Celina

Por entonces era poco más que un chiquilín. Vistiendo mi primer traje de pantalón largo, llegué lleno de curiosidad a corregir “pruebas de galera” a la imprenta editora de “El Tiempo” -diario mercedario afín al Partido Nacional-, en la que el Centro Universitario Mercedes (CUM), confeccionaba el mensuario “CUMBRES”.
Las linotipos aún eran desconocidas en mi escuela inicial de periodismo. Los operarios tomaban letra por letra de una cajuela, armando cada palabra con un útil metálico que cargaban en la mano izquierda. Las notas redactadas para el periódico tenían pues, un largo proceso.

Cuando llegó la primer linotipo militaba como articulista en “El Radical”, diario batllista de Soriano. ¡Qué cambio! En la máquina se mecanografiaban los textos. Las piezas de acero caían una a una y, por un movimiento de palanca, impresionaban una placa de plomo candente en la que resultaban estampadas las palabras.
Acompañé de la redacción al taller a queridos amigos. Ellos materializaban los mensajes.
Me incorporé de modo sucesivo al periodismo deportivo, al radial gremial y político; fui cronista sindical y parlamentario, articulista e integré consejos de redacción; organicé espacios propagandísticos y edité; sumé notas en revistas y boletines, trabajos en folletos y publicaciones de divulgación.

Siempre comprometí opiniones. A nada fui indiferente.

A la primer exigencia, como corrector de pruebas -en que evitar el error ortográfico era (y es) fundamental-, le siguieron los de la conciencia moral que se debe tener para cargar la pluma con la verdad y la convicción que inspira una filosofía. Y el compromiso de sorber conocimientos, de ser analítico y autocrítico.
En el curso de algunas décadas muchas cosas cambiaron. La revolución tecnológica operada en los sistemas y medios de comunicación produjo variaciones insospechadas.

Hace unos años me enrolé en la Fundación de Periodistas Iberoamericanos que preside Gabriel García Márquez, maestro de periodistas y escritores. Usualmente la entidad provee espacios de formación y diálogo.
Cultivo una forma de periodismo independiente, no asalariado, no partidario. Transito por medios locales, no sujetos a intereses corporativos. Participo de un movimiento cuyos objetivos son el progreso comunitario y una humanidad distinta, transformada y justa.

A la formación y al compromiso ético, el periodista puede -o debe- sumar más cualidades.
¿Cuáles?
En los años 60 del siglo XX surgió una corriente innovadora: la del nuevo periodismo. Truman Capote (EE.UU., 1924-1984) publica “A sangre fría”. Combina estilo literario e investigación. Le seguirán Wolfe, Mailer, Thompson. Pero el inicio real de la corriente lo encabeza, en 1957, el argentino Rodolfo Jorge Walsh. En Uruguay Carlos Quijano.
En la pesquisa de los sucesos hay exigencias: búsqueda, precisión, verificación, menos subjetivismo. Diálogos y descripciones.
Según la mexicana Verónica Muñoz la consigna era “escribir bien”; “profundo”, “ameno”,“extenso como fuera necesario”; “vívido”; “honesto” y “comprometido con la causa de los lectores”.
Para un periodista auténtico, se navegue en la corriente tradicional, en el novoperiodismo o en formas eclécticas, las responsabilidades de fondo no han cambiado: deben reflejar la verdad (ética) y hacerlo con calidad (estética).

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