Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy - 09.07.2012
Podría decirse que Danilo Astori y Leonardo
Nicolini hicieron casi al unísono una meteórica carrera política. Sin brillos,
casi entre sombras.
El primero fue vestido de senador cuando el
Partido Comunista se avino a una fórmula electoral en la que, con sus votos, se
le regaló por cinco años un sillón parlamentario.
El segundo era aquel modesto mensajero,
especializado en repartir fotocopias de la prensa diaria entre algunos
diputados del Frente Amplio. Y héte aquí, que el correísta comienza a alternar
con Astori. En las mañanas le ceba mate y cuchichea, sonriéndole de paso a
alguna funcionaria.
Tan meritorio currículo lo catapultó como
diputado de Asamblea Uruguay, donde
entró a ejercer cierto patronazgo. Por tal don alentaba al colorido Enrique
Pintado -otro emigrante sin bandera, acogido por la agrupación astoriana-,
quien resultó agraciado en la rifa de cargos. Por la misma graciosa virtud
cortesana, el avieso Nicolini colocó como su suplente a una telefonista, que lo
acompañaba en su perdurable ocio.
Mucho antes que se precipitara Pluna, viajó el
cansino Nicolini por los cielos del Frente Amplio, perdió su banca, la tomó
emocionada su amiga. En cuanto a Astori se agarró como pudo. Antes de una nueva
elección (y en EE.UU.), se aseguró el Ministerio de Economía.
No es fantasía. Aunque parece serlo.
El Cuque,
que es un político de alma y mira los partidos desde la tribuna (y si cuadra del talud), con su pluma al
viento le pintó un óleo muy bonito a Don Astori. Es una tela en la que cabrían,
si apenas fuera un poquito más amplia, los ya mencionados Nicolini y Pintado,
sin que pudieran dejar de tener un lugar el ex Ministro Víctor Rossi y el
otrora capitán de vuelo Matías Campiani.
Recodando la afición carnavalera del hoy
vicepresidente, recordaba el maestro de la sonrisa que “es el único contador de una empresa al que más que el superávit, le
preocupa “La falta y resto”. Aunque siempre quiso ser murguista, fracasó porque
tiene cara de cura.
Ojo, pero
la cara de cura de Tabaré. Más que cara de cura, la de Danilo es de cardenal.
Cardenal de aquellos del renacimiento frente a los cuales los Borgia eran bebés
de pecho.
No
dudo que, en aquellos tiempos, se habría manducado unos cuantos al spiedo y con
cara de póker.
De
rasgos duros y voz mansa, mientras para las mujeres es un pinta, para los
hombres, con su largo pelo blanco a lo
Artigas en el Paraguay y chamuyo sentencioso, es una tía vieja a la que sus
sobrinos le regalaron un “power point”.
Su
sonrisa es de sordo. Excepto Beethoven, los sordos siempre sonríen como pidiendo disculpas por su sordera.
Beethoven, en cambio, desde el busto clásico que ponemos arriba del piano, nos
mira desafiante, como diciendo: -Sí, soy sordo y a mucha honra. A ver si vos te
animás a hacer 9 sinfonías como las mías. ¡Gil!
Cuque, que no es olvidadizo y evoca historias,
mucho más que recientes, casi del hoy, anota que cuando despunta “Asamblea Uruguay, lleva como solista a Nicolini.
Pero este se engrupe y lo rajan, como al Canario Luna…, luego de varios
desafines en el cuplé de “Foco-ex”, un tema basado en el folklore español. Lo canta
en los escenarios pero el público le pide bis porque su dicción es poco clara.
Y la gente chilla. Especialmente Jaime Trobo, con barba (excelente Lula), quien pide que lo
retiren y pongan a la telefonista de Asamblea Uruguay, como suplente. Danilo
pide que el Boyero lo retire del escenario (impresionante, Baráibar).”
Asimismo, Cuque recordará “el carnaval de las promesas”, aquel en el que Tabaré Vázquez prometiera
que, después de su presidencia, vendría la de Astori…
Tampoco falta el momento en que a Nicolini “se le pudre el apéndice y se hace operar por
el carné de pobre.”
Claro: en el 2009, cuando estas páginas recogen
ciertos sucesos serios pero bromeando,
el rompecabezas estaba incompleto.
Si a Astori ahora le faltaba una pluma para
volar, antes que le creciera cayó a tierra, en alas de Pluna y todo el elenco.
En 2006 había inducido a contratar un
intermediario para salvar a la línea aeronáutica. Paul Elbese, Ficus Capital, Leadgate. Exultantes en la foto histórica, Víctor Rossi -un
desaparecido político vazquista-, saludando a Matías Campiani y en el medio,
agachado y casi de rodillas, el inefable Astori. En 2012 dos criados llevan las
velas al funeral. Son los ministros astoristas Fernando Lorenzo y el colorido
E. Pintado.
¡Qué cuadro compañero!
-Diga, don Cuque: ¿Ud. que maneja tan lindo los
pinceles, no se anima a entrar en palacio, cual un Goya, para poner a punto
este capítulo de la obra progresista?
(Fragmentos tomados de “50
años al santo bleque” - Jorge “Cuque” Sclavo - Edic. “El Galeón” - 2009)
2 comentarios:
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