lunes, 29 de agosto de 2011

CAMBIO SOCIAL, CAMBIO EDUCATIVO

Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy – 26.08.2011

He tenido el privilegio de integrar una generación de uruguayos que ha sentido el orgullo de transitar por los andariveles de un sistema educativo que lució sólido. No porque el pasado sea mejor, hoy exhibe signos alarmantes de deterioro y, aún, de decadencia.
Los años de segunda guerra mundial no eran fáciles para la inmensa mayoría de los habitantes. La escuela pública constituía, sin embargo, un gran faro que esparcía conocimientos fundamentales. Tal factor igualaba, democratizaba e impulsaba a más.
Un segundo peldaño, integrado por los liceos departamentales y la universidad del trabajo, formaba en disciplinas científicas, humanísticas y en oficios con fundamentos tecnológicos.
Llegar a la Universidad de la República era una meta que demandaba esfuerzos a las familias laboriosas, menos proclives a alcanzarla.
Quienes pudimos integrarnos a su ambiente aquilatamos que ella era una altísima fuente del saber, hecha para ir de la mano con un país soberano y pujante.
Cursando la denominada enseñanza media y haciéndonos ciudadanos militantes, discutíamos las cuestiones de la educación. Pude intervenir activamente en los ámbitos gremiales con legiones de estudiantes, y en simultánea, en los políticos, haciendo armas en la defensa de ideas. Muchas, atinentes a esa socia inseparable del aprender que es la cultura.
Podría recordar la discreción de los docentes que nos concedían su simpatía. A veces, sin poder evitar venganzas reaccionarias, que caían sobre nosotros por el ejercicio del libre pensamiento y la acción.
Las universidades fueron y deberán ser incubadoras y difusoras del conocimiento y la investigación. Su nombre proviene del latín: universitas magistrorum et scholairum. Equivale a gremio y unión de maestros y estudiantes, para una protección y beneficio mutuo, en base al saber.
No fue casual que la Reforma Universitaria de Córdoba, de 1918, rompiera moldes escolásticos y que, conforme a una tradición liberal combativa, los universitarios uruguayos, en 1958, encabezados por el Rector de la Universidad, Dr. Mario Cassinoni, demandáramos la sanción de la ley que fijó el gobierno interno de la casa mayor de estudios.
Salvando distancias, otra digresión muy personal. Tampoco pudo resultar extraño que jóvenes, que me antecedieran en los inicios liceales, fundaran una entidad que se llamó Centro Universitario Mercedes (CUM) y que su órgano periodístico llevara por nombre Cumbres.
Prevalecía en dicho núcleo la vieja noción de gremio, de unión y protección de valores. En las huelgas estudiantiles la defensa de la educación y la cultura y la solidaridad eran irreductibles.
Un cambio social negativo, acentuado desde el tiempo dictatorial, con nuevos y profundos pozos, trajo la declinación de la educación pública uruguaya.
La nueva izquierda, con perfil socialdemócrata, no sólo no tiene capacidad de gestión, sino que carece de un programa. Cultiva un partidarismo craso, en general con gente incompetente. Es más de lo viejo y malo conocido.
Cambió el mundo, cambió la composición social del país. Las instituciones educativas son un soporte poco adecuado para niños y jóvenes. Se trillan fórmulas obsoletas y se crean nidos burocráticos. No existe capacidad de reacción. No se crea, no se innova. Un pragmatismo cursi juega contra cualquier teoría de transformación.
La Universidad pública se fue adormilando, entre la falta de recursos y el oficialismo de última generación. La ley de 1958 fue desaprovechada y anulada de hecho.
El rector los decanos ¡al fin! han sacado sus pañuelos para mostrar la catástrofe.
Los datos quiebran el sueño de un país autónomo, estructurado sobre un sistema educativo inteligente. Duro es verificarlo.
Una evaluación en cuatro áreas que comprenden matemática, física, química y comprensión lectora, de estudiantes ingresados a la Facultad de Ingeniería en 2011, mostró nuevas caídas respecto del año anterior. Egresan cojitrancos de la enseñanza media.
En 2010 el 16,1% obtenía suficiencia en la prueba y sólo un 4% llegaba suficiencia simultánea en los rubros antedichos. Ambos guarismos se desplomaron en 2011, arrastrándose hasta el 8,3% y 2,3%, respectivamente. El informe establece que en comprensión lectora el 81% de los noveles universitarios no pudieron identificar la idea principal de un texto. En matemática la dificultad es superlativa, casi insanable: sólo un 4% llegó a demostrar suficiencia. Los porcentajes están todos en baja respecto de evaluaciones que parten de 2005.
En Facultad de Medicina los estudiantes revelaron pobreza de léxico. Tienen un arsenal de 400 o 500 vocablos. “Cervantes usó unos 7.000”, recordaba un consejero. En la de Ciencias, el empeoramiento es similar en sectores esenciales como los mencionados.
Compárese. Un país desarrollado aplica al campo de la investigación y afines un 2 por ciento de la población económicamente activa. En el Uruguay -de las inversiones foráneas- no se llega al 1 por mil…
La retrogradación educativa lleva a un cambio social negativo. Del mismo modo, un sistema de enseñanza fresco, renovado y funcional al interés popular, alentará cambios sociales para una sociedad soberana y democrática.
Don José Pedro Varela lo tenía muy claro.-

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