domingo, 28 de agosto de 2011

AL CÉSAR, LO QUE ES DEL CÉSAR

Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy – 22.08.2011

El viejo aforismo latino que expresa “Al César lo que es del César; a Dios lo que es de Dios” se orienta a establecer un distingo entre la esfera del poder temporal, que hace al gobierno de los hombres, y la jurisdicción religiosa, vinculada a la noción de un poder ultramontano. La diferenciación supone una marca que escinde dos ámbitos, lo que con el andar de los siglos separa el poder etático del religioso.
También, es cierto, que existe una acepción -menos filosófica, digamos-, muy socorrida, en virtud de la cual se aplica el aserto al sólo efecto de reconocer a una persona algún mérito, de carácter puntual, sin perjuicio de otras apreciaciones que se puedan realizar. Por ejemplo, en materia de conducta política.
De este modo, en forma abreviada, se manifiesta “Al César, lo que es del César”.
Pero ¿cuál es el asunto y la persona?
No fue emperador. Tuvo un momento de cesarismo como gobernante capitalino. Su intento de avasallar derechos del personal municipal costó cifras millonarias a los contribuyentes de Montevideo.
De profesión arquitecto, no ha sido -que se sepa- un Fidias: más, como este, corrió riesgo de prisión, por una gestión controversial en los casinos dependientes de su comuna.
De vocación andariega, fue bautizado por la opinión pública como un Marco Polo político por abandonar el cargo público confiado por la ciudadanía, dedicando tiempo y dinero en navegar de aeropuerto en aeropuerto.

El Arq. Mariano Arana, desaparecido de un movimiento sui generis llamado “la Vertiente”, luego de flotar en silencio como en una barra de hielo, acaba de pronunciar unas mínimas palabras.
Antes, como profesor usó el pupitre para cuestionar el arrasamiento de la memoria urbana, cuando la dictadura cívico-militar facilitó la destrucción de parte del patrimonio arquitectónico uruguayo.
Perdida hoy su vigencia como figura del gobierno frenteamplista, ha formalizado una denuncia pública. Categórica. Casi levantisca. Viene a sumarse a las voces que cuestionan el entorno de directores y burócratas de la nueva clase que acompaña a Ana Olivera.
La Intendencia de Montevideo, en forma contraria a derecho, ha venido autorizando la demolición de inmuebles emblemáticos de la ciudad, reiterando una práctica que antes fuera repudiada.
La acusación de las autorizaciones para depredar edificios -de diversas épocas y estilos- fue documentada en fotos, cedidas por el ex munícipe a amigos de la prensa opositora.
Parece difícil argüir ignorancia y falta de competencia de técnicos municipales, con títulos emitidos por la Facultad de Arquitectura de la UDELAR.
Alguien debería explicar cómo y porqué se dio vía libre a los emprendedores…, cuando están en vigencia ciertas normas inhibitorias que debieron frenar topadoras y martillazos devastadores.
La comuna, sorda, ciega y muda, nada tiene para manifestar.
Puede extrañar que Arana ponga el grito en el cielo.
Pecador contumaz, tiene bastante para quemarse en las llamas de su infierno. Sin embargo, cuando hoy está lanzando fuego contra el gobierno de su partido, no hay tribunal que lo pueda condenar.
Su verdad fotografiada luce de testamento. “Al César, lo que es del César.”
Como puede verse, todo es casi gracioso.-

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