sábado, 10 de abril de 2010

¡SOPLAR… NO ES HACER BOTELLAS!

Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com – 22.03.2010

La antigua artesanía del vidrio -y sus más bellos cristales- tenían como eje el oficio del soplador. La materia candente requería de este sacrificado trabajo, fundado en la acción de los pulmones y la boca.
La expresión tomada para el titulo de esta nota advierte, desde muy lejanos tiempos, que no es espirando el aire de cualquier manera que el operario obtendrá como resultado producir una botella de vidrio.
A más de uno, si se quiere a muchos, ha sorprendido la actividad de este septuagenario y novel Presidente de la República, Don José Pepe Mujica.

En sus acciones iniciales algo ha caracterizado su paso: ha ido sembrando semillas de esperanza al voleo, a derecha e izquierda. Discursos y reuniones con empresarios e inversores, central sindical, milicia, curia, partidos tradicionales, etc.
En sus referencias a la pobreza endémica, no aborda la causalidad, la etiología, sino el epifenómeno. Su discurso no alambicado, afín al verbo popular, infunde esperanzas en los más desposeídos y no levanta barreras entre los más pudientes.

Cuando las luces de colores se extingan y los hechos sean los que definan el alcance de las políticas esbozadas, será el tiempo de evaluar los resultados concretos de la gestión.
Más allá de los créditos abiertos, dentro y fuera de filas, aparecen algunas incoherencias, sobre las que es preciso prevenir.
Tomaré, brevemente las relativas a la vivienda.
En su momento, José Mujica señaló que para abatir las desquiciantes condiciones de los asentamientos podría apelarse a la enorme fuerza inactiva que radica en los cuarteles y al voluntariado.
En principio, no está mal que el presupuesto de guerra del país, en tiempos de paz, sea puesto al servicio de la comunidad, utilizando -en especial- hombres y máquinas. Por otra parte, nadie advierte inconvenientes para que personas dispuestas se inscriban en tareas de construcción, aunque las exigencias en labores voluntarias suelen tropezar con dificultades diversas.
Querer, recuérdese, no es poder. Se necesitan atributos de saber, disciplina y un mínimo de planificación. Recursos básicos para instrumental y materiales de obra.
En el período anterior, el Frente Amplio modificó la política de vivienda, reasignó competencias entre el Banco Hipotecario, el Ministerio de Vivienda y el BROU. Hasta hubo publicidad sobre construcciones de lujo, de las que luego no se tuvo noticias. La Intendencia capitalina tiene un programa llamado PIAI (con el BID), algunas del Interior los suyos y… ¡la mar en coche!
¿Y los asentamientos? Siempre creciendo, según relevamientos oficiales. Al menos, para el gobierno, existen en el papel.
Ahora, por boca de Mujica, la eventual misión del personal subalterno de las fuerzas armadas quedaría limitada al transporte y la vigilancia… La ayudita ya quedó rebajada, muy circunscripta. Alguien no quiso más.
Del resto ¿qué se sabe?
La idea ahora está con paños fríos. No arrancará de inmediato. La dispersión es manifiesta. Insuficiencias por doquier. Ningún plan orgánico.
Cualquiera sabe, por ejemplo, que el primer asunto a resolver en la materia, es el relativo al suelo. Ello exige regularizaciones, que no pueden hacerse sin recursos. Luego, un stock de materiales, máquinas, dirección de obras, capataces, oficiales, peones y/o voluntarios aptos. Esto no surge del aire.
Una vivienda como la gente tiene un costo de 25.000 dólares, según la estimación de FUCVAM, que trabaja con mano benévola en sólo un 30%. La solución habitacional promovida por Un techo para mi país es pan para hoy, nada más. Se emplean maderas de mala calidad, sin tratamiento. Se paran en horas. No existe red eléctrica ni sanitaria. La unidad cuesta unos 30.000 pesos. Tal modelo contraindica la tradición constructiva uruguaya. Los núcleos evolutivos –tan criticados por el Frente Amplio- y el MEVIR rural, como el urbano, son de lujo, si se les compara con los pseudos techos de la organización chilena.
Mujica la adoptó. Será su consejera y, a tal fin, la instalará en la casona presidencial del Prado.
Lo expresado fundamenta el encabezamiento: ¡Soplar… no es hacer botellas y, menos, viviendas!
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1 comentario:

Piter dijo...

La solución (final) habitacional promovida por Un Techo para mi país no es la vivienda de emergencia que construye, sino una vivienda de material, lo que creemos todos es lo ideal.
La vivienda de emergencia construída es éso, una solución de emergencia, que de paso permite la inserción de la organización en la comunidad, para luego empezar el trabajo de la segunda etapa denominado Habilitación social (el cual incluye diferentes planes, tales como Espacios educativos para adolescentes y niños, microcréditos, huertas orgánicas, capacitación en oficios, y otros que surjan de las necesidades de cada barrio). Ésta segunda etapa se empeña en la inserción de ésa comunidad en el resto de la sociedad...
Luego de la segunda etapa viene la Vivienda Definitiva (de material...) , pero Uruguay no ha llegado aún a ese punto.
Que la madera no sea tratada es porque justamente es una vivienda de transición, y no apunta a la larga durabilidad, además de que si fuera tratada, por su costo, la Org. podría intervenir en menor cantidad de casas, a precio de algo que no quiere (que las familias vivan eternamente en una vivienda de emergencia). La versión constructiva ideal Uruguaya de la que habla, es algo pensado para ud y sus posibilidades. Piense ahora en algo rápido y efectivo para alguien sin recursos, y que vive en casas de chapa y cartón y sobre el barro.
Espero haya quedado clara mi idea.
saludos