lunes, 14 de diciembre de 2009

JOYAS DEL CINE

EL ACORAZADO POTEMKIN
Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com - 26.11.2009

El acorazado Potemkin es un film emblemático del cine soviético, surgido tras la revolución de octubre de 1917 y, más allá de esta consideración distintiva, una bellísima pieza, caracterizada por una fuerza expresiva incontenible, concebida por un colectivo conducido por una descollante figura del arte escénico: Seguei Eiseinstein.
Quede dicho, de manera preliminar, que el filme fue estructurado y producido en tiempos del cine mudo, cuando en 1925 las técnicas de filmación padecían de una implacable rigidez. Es el más antiguo en el ranking de la revista inglesa Sight and Sound (Imagen y Sonido). En tal nómina ocupa el lugar séptimo, ubicación tan discutible, como la ausencia de numerosas obras maestras.

El libreto parte de hechos ocurridos en el puerto de la ciudad ucraniana de Odessa en los días posteriores al 26 de junio de 1905, en que las fuerzas populares antizaristas pujan por cambios políticos y sociales. Los ingredientes amalgaman la represión inmisericorde de civiles y el alzamiento de los marineros, volcados a las fuerzas insurgentes.
¿Quién era Eisenstein (1898-1948)? Nacido en Letonia, estudia en el Instituto de Ingeniería Civil de Petrogrado (Leningrado hasta 1991, actual San Petesburgo). Integra el Ejército Rojo. Dirige el Teatro Obrero.
Sus ideas poco convencionales acerca de la dramaturgia lo llevan a cultivar los contrastes fuertes, conducentes a despertar emociones y suscitar la racionalidad. En La huelga (1924) acude al uso de imágenes sugerentes: tropas que van al matadero y escenas de fusilamientos por agentes gubernamentales.
El acorazado procura exaltar episodios que preludiaron la toma del poder por los soviets (obreros, campesinos y soldados). Se realizó por encargo oficial y estuvo sujeto a los mecanismos de contralor y censura del aparato estalinista.

Las antologías de los más relevantes críticos del cine destacan la maestría con que Serguei Eiseinstein concibe los episodios trágicos en la plaza portuaria ucraniana y una ejecución en el barco. Destacan, asimismo, el lenguaje visual que aporta, el movimiento de la cámara (tomas inclinadas) y los montajes innovadores.
Cinco partes componen la historia, ensambladas para constituir un todo. Con la sonorización, la película incorpora músicas de Edmond Meisel, Nikolai Kriukov y Dmitri Shostakovich.
Otras joyas completan el cofre que ha legado el director letón, se trate de escenas rodadas para ¡Qué viva México!, incautadas por problemas financieros y rearmadas por otros directores, o refieran a películas hechas en la URSS, que también soportaron las acechanzas de las vestales del poder.
Justamente, en la Conspiración de los Boyardos se muestran, de manera imperecedera, los recelos sombríos que circulan como enfermedad en torno a quienes mueven el bastón del mando.-



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