CÓMO NOS VEN LOS ARGENTINOS
Escribe Walter Ernesto Celina
Escribe Walter Ernesto Celina
En la actualidad los uruguayos estamos gobernados por la fiebre de los teléfonos celulares. Las necesidades cotidianas de comunicación están largamente satisfechas.
Asimismo, son muchísimos los compatriotas que disponen de correo electrónico, una de las ventajas comunicacionales que vino de la mano de la globalización.
No me referiré a lo oneroso del primer servicio, ni a la multiplicidad de funciones de un aparato actualizado que, al fin, tantos poseedores no saben cómo manejar, con el agravante de que luego no puedan satisfacer sus “ventajosas” amortizaciones.
Que el correo electrónico supone extraordinarias ventajas y es económico, no hay dudas.
Cuando no hace más de 15 años éramos incipientes espectadores de la invasión de estos medios, solíamos asombrarnos. Resultaba hasta gracioso ver los despliegues de muchos turistas argentinos, dándole manija a gruesos aparatos en localidades esteñas de veraneo. Entonces nadie se aventuraba a pensar que los uruguayos irían a excitarse tanto con el adminículo, tal como hoy lo están.
En el llamado “país de la cola de paja”, la pacatería tenía mucha más fuerza que hoy. Aún estábamos en una villa olímpica, apartados del mundanal ruido.
Los mirados de antes, ejerciendo ahora su derecho, también nos estudiaron.. ¿Qué han dicho? ¿Cómo nos caracterizan?
Raquel San Martín, citando al investigador y académico Carlos Reboratti (autor con Vicente Palermo de la obra “Del otro lado del río”), recuerda dos de sus afirmaciones:
1) “Uruguay es el más conocido de los países vecinos. No está tan lejos. Entrar en él es un cambio que no se nota. Los uruguayos hablan distinto, pero no tan diferente a los entrerrianos.”
2) “Cuando los argentinos miramos a los países vecinos vemos enemigos, como Brasil o Chile, e inferiores, como Paraguay o Bolivia, pero Uruguay no entra en ninguna de estas categorías. Como que merecerían ser argentinos, pero no se sabe por qué no quieren”...!
El antropólogo Alejandro Frigerio sostiene: “No se me ocurre un estereotipo fijo sobre los uruguayos, salvo el del mate.” Agrega: “fenotípica y lingüísticamente somos similares”.
La cuestión es amplia. Los juicios y análisis opinables.
El entrañable Borges no podría estar ajeno en un catálogo tipificador de lo uruguayo. Era afecto a examinar lo oriental con frases laudatorias.
La cuestión es amplia. Los juicios y análisis opinables.
El entrañable Borges no podría estar ajeno en un catálogo tipificador de lo uruguayo. Era afecto a examinar lo oriental con frases laudatorias.
Tal vez, la verdad más próxima es que somos una familia separada por dos grandes ríos. Sentimos la hermandad en el saludo fraterno y en el abrazo.
Y, seguramente, como ha señalado Raquel San Martín, “el mate y el celular” han pasado a identificarnos, a dar una señal del uruguayo de hoy.
Con un trasfondo de afinidades y repulsiones políticas, pero amigándonos siempre con Gardel, el tango y el folclore, cabalgando sobre el tiempo.
Nosotros con el celular en una oreja y, del otro lado, el termo y mate.
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