Escribe Walter Ernesto Celina
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
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Y entonces digo: “El mundo
es algo más que este patio
y las losas terribles
donde me voy gastando”.
(Versos de Mi mundo es un patio,
de Marcos Ana)
EJEMPLO PARADIGMÁTICO
Invitado, esta vez, por el Centro Cultural de España (CCE), ha retornado a Uruguay Fernando Macarro Castillo, universalmente conocido como Marcos Ana.
Su vida es un esclarecido ejemplo de la dignidad de un hombre, puesta al servicio de los ideales de libertad, fraternidad, solidaridad, republicanismo y transformación social.
Condenado a muerte por dos veces por el régimen del generalísimo Franco, permaneció 23 años en sus mazmorras. Evadido, tras ser apresado en el curso de las represiones falangistas, soportó atroces torturas, que no lo derribaron.
Mis grandes amigos, el Diputado Rodney Arismendi y el Senador Enrique Rodríguez, lo señalaban constantemente como un modelo de militante, cuando en la década del 60 pisó este suelo. Arribó en 1963, tras la excarcelación que obtuviera en 1961, a consecuencia de la intensa movilización internacional de las fuerzas democráticas.
El señalamiento no era ocioso. Uruguayos ofrendaron sus vidas como partícipes de las heroicas Brigadas Internacionales, llegadas a España para contener la retrogradación de la humanidad. Uruguayos revistaron en filas de la solidaridad con la República Democrática avasallada. Y, cuando alcanzada su libertad, Marcos Ana llega a nosotros, hace 45 años, militares golpistas y fuerzas reaccionarias incubaban el zarpazo que darían, diez años más adelante, con un cuartelazo.
El valor de su ejemplo pues, estaba lleno de profunda significación. Legisladores republicanos lo recibieron en el Parlamento y, a la vez, los dirigentes nacionales que he citado, lo acogieron en su sede política, en un acto memorable. Fue una clase de historia contemporánea y, a la vez, un alerta sobre las acechanzas que se cernían sobre las instituciones.
En un reciente reportaje concedido a un medio montevideano y, poco después en la sede del CCE -abarrotada de público-, Marcos Ana rememoró el recibimiento extraordinario de que fue objeto en el Aeropuerto de Carrasco, en 1963. Y reitera, con convicción: “Uruguay nos prestó una gran solidaridad”, para luego decir: “Cuando la noche cayó sobre este país, procuré devolverla.”
En la sala de actos hay una emoción muy grande. El visitante sube a las gradas. Muchos lo abrazan. ¡Es que se está en presencia de un amigo entrañable!
EN LA CRUZ DE LAS CÁRCELES FRANQUISTAS
Cabe citar el itinerario fatídico al que fue sometido, en medio de crueles vejaciones. Cárcel del Conde Toreno (donde falleciera de tuberculosis el poeta Miguel Hernández), Penal de Ocaña, Prisión de Alcalá de Henares y Penal de Burgos. Algunos detalles: Incomunicación de 307 días, con 3 meses de aislamiento total, sin movilidad, arrojado sobre el piso, inundado de agua, a diario, por la guardia. En Burgos permaneció 9 meses excluido en una celda.
En 1954 estructuró sus primeros versos.
Amanezco, y ya todo/ -fuera del sueño- es patio:/ Un patio donde giran/ los hombres sin espacio./ ¡Hace tantos siglos/ que nací emparedado,/ que me olvidé del mundo,/ de cómo canta el árbol,/ de la pasión que enciende/ el amor en los labios,/ de si hay puertas sin llaves/ y otras manos sin clavos!
El acento de Marcos Ana se dramatiza. El verso sencillo se hace clamor acuciante:
Oye, hermano, te llamo desde un muro;/ clavado entre unas piedras/ donde las sombras hacen su nidada./ Hablo de la pena./ Entre los huesos mismos del dolor te llamo./ Mi voz, como esas hierbas/ que en la ranura de una roca crecen,/ se ha mantenido pura!/ No escupió a su bandera,/ no doblegó sus hombros,/ ni ha mentido canciones,/ ni se pasó al oscuro.
UN HOMBRE SANGRANDO Y ROTO
Decidme como es un árbol es el título de la memoria escrita por Marcos Ana para reflejar su dolida experiencia de preso político y sus ideales de ciudadano universal. Acaba de manifestar: “Vengo a hablar de la memoria histórica. No para reabrir heridas, sino para que no se cierren en falso.”
También afirmó: “Amnistía no es sinónimo de amnesia.”
El cineasta Almodóvar, que ha de registrar en un filme pasajes de esta vida sorprendente, ha sostenido que la de Marcos Ana “es un ejemplo”.
Una vez más, seguro de sus principios, Marcos Ana acaba de repetir en Montevideo: “...Veo la cárcel y las torturas y todo lo que he vivido en ella como una consecuencia de una vida que elegí. Yo he querido vivir la vida de un revolucionario y, eso, hay que pagarlo de alguna manera.”
La poesía de Marcos Ana continúa emitiendo su mensaje cuando proclama:
No sabéis lo que es un hombre sangrando y roto en un cepo,/ si lo supieseis vendríais en las olas y el viento./ desde todos los confines, con el corazón deshecho,/ enarbolando los puños para salvar lo que es vuestro.
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