viernes, 25 de mayo de 2012

EUROPA - EL NUEVO CABALLO DE TROYA


Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy -11.05.2012

Con la reciente caída electoral de Nicolás Sarkozy, Francia se suma a la lista de 16 países europeos sacudidos por la crisis financiera mundial, la más extensa y profunda que haya soportado el sistema.
El primer temblor ocurrió en el año 2000 en la bolsa norteamericana y tuvo un efecto limitado. Una nueva burbuja se instala en el sector inmobiliario, que al 2004, tiene un crecimiento mayor al 10%. Créditos fáciles y en expansión continua, en contrapartida con la insolvencia de los tomadores. El crecimiento en EE.UU. se afirmaba en el consumo, pero el ahorro de los hogares era nulo. Los desajustes de fondo se resolvieron con maquillajes antiarrugas: Las hipotecas se transformaron en títulos, para habilitar la intervención bancaria. Por esta vía, el shock eléctrico también se trasladó a Europa.

Estas anotaciones son apenas una parte del fenómeno, ya que la globalización empalma con las exportaciones baratas, como las de China, o las colocaciones -a la baja, en cantidad y precio pagado-, provenientes de países productores de alimentos y materias primas.
En enero de 2009 el premier de Islandia colgó los zapatos así: “Yo y la dirigencia del Partido Socialdemócrata decidimos no seguir.” La cosa no ha parado más. Luis Rodríguez Zapatero, en España, se arrastró penosamente, cayendo hincado ante el derechista Mariano Rajoy, quien se hizo del poder.

No sólo la alegría va por los barrios. La tristeza también hace de las suyas. El eje europeo, consolidado por la canciller de Alemania, Ángela Merkel, y el expresidente francés, ha quebrado. Podría haber variantes en la política imperial europea, en que las principales potencias combinan intereses económico-financieros, medidas institucionales a través de aparatos crediticios y comités de presión sobre países cercanos o distantes, o más envíos de tropas intervencionistas, con  pretextos humanitarios… (A modo de ejemplo, cito a Francia, con soldados en Afganistán y remesas armadas a Libia y Costa de Marfil).

El accidentado paisaje del Viejo Continente vio, en 2010 en el Reino Unido, la mudanza del Partido Laborista al Conservador. El premier Gordon Brown le entregó su butaca a David Cameron. La música de fondo no era distinta a las anteriores: la contracción económica y los estertores financieros. Las cuentas del rosario muestran cómo se precipitaron los premieres de Holanda (Mark Rutte, conservador), el rumano (Mihail Razvan, derecha), el húngaro (Ferenc Gyurcsány, socialista), el irlandés (Brian Cowen, liberal), el dinamarqués (Lars Lokke, liberal), el portugués (José Sócrates, socialista), el griego (Yorgos Papandreu, izquierda), el italiano (Silvio Berlusconi, derecha), el belga (Philippe Busquin, socialista), el finés (Yyrki Katainen, centro-derecha), varios checos y la eslovaca (Iveta Radicova, centro-derecha), aunque en el tintero podrían haber más.
La catarata de movimientos en el tablero general de Europa es manifestación de una inestabilidad profunda, del reacondicionamiento de fuerzas en pugna, apenas sombreadas por una pátina de democracia electoral. Otra, bien discutida, es la de la Federación Rusa, en la que Vladimir Putin  se alza -no obstante- con el 64,7% de los sufragios.

Europa, que dio luz a grandes pensadores, científicos y artistas de todo género - que nos maravillaron y continuarán encantando a la humanidad-, presenta siempre la faceta de la otra mano, dura y opresiva. La misma que se reconoció en el colonialismo y en guerras convencionales o no, de las que las actuales siguen siendo continuación.
No pocos europeos sienten gozosamente las monarquías, instaladas como un apéndice parasitario, en sus sociedades, ante sus narices. Existe allí una zona social, con arraigado espíritu clasista, no universalista. En el otro extremo de la soga, las masas relegadas abriendo brechas, por el humanismo y la solidaridad, por la igualdad y la justicia. Vieja, y aún no resuelta contradicción, que golpea y lanza por oleadas protestas y tumultos.
Con este panorama algunos analistas -por fuera de la izquierda-, con sentido crítico sostienen que hay una rotunda desfiguración de la democracia, antes idealizada en tres dimensiones: política, económica y social.
Tzevetan Todorov, residente francés de origen búlgaro, historiador, filósofo, lingüista y, en 2008 Premio Asturias en sociología, ha dicho para “El País”, de Madrid, que “la democracia en la que vivimos hoy día es contraria al espíritu real de la democracia”. Sostiene que se pretende que “el único rol del Estado es desmantelar todas las legislaciones que protegen a los trabajadores, para darles lo que se les antoja a los reyes de la economía”. Y subraya: “si el poder político se pone a las órdenes del poder económico, estamos perdidos”.
Las idolatrías no son confiables. Europa es un nuevo caballo de Troya. Galopa en la crisis, con un vientre repleto de guerreros.-


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