lunes, 31 de octubre de 2011

PRIMER REGISTRO DEL ESPAÑOL URUGUAYO

Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy – 20.10.2011

Desde hace unos días pueden encontrarse en los anaqueles de las librerías ejemplares de una obra colectiva, muy singular. Se trata del Diccionario del Español del Uruguay (en adelante DEU), trabajo coordinado por la Academia Nacional de Letras y publicada con los cuidados del sello Banda Oriental y la composición gráfica de Zonalibro. Se gestó en un cuarto de siglo de pacientes labores de identificación, análisis, investigación y registro de voces idiomáticas uruguayas que marcan un perfil regional, muy propio, en el marco del idioma matriz.
En 574 páginas aparecen ordenados 9.117 artículos, que recogen 14.057 acepciones y otras 1.000 formas complejas que emplea el léxico uruguayo.
El lenguaje no es una forma pétrea, inmodificable. Por encima de la normatividad que lo coordina, su sustancia está en permanente modificación. El habla se realiza desde el pueblo y puede caracterizarse como un hecho social que va sumando los colores y acentos de muy variadas latitudes.
Los diccionarios generales condensan los significados de los términos y, a partir de sus presentaciones (monolingües y bilingües), surgen los compendios enciclopédicos y, en más, un sin fin por especialidades (v.gr.: filosóficos, jurídicos, científicos, futbolísticos, etc.).
Es de advertir que con una masa de 400 millones de hispanohablantes, esparcidos en el planeta, era inevitable que el castellano despertara nuevos caracteres, moldeados en sociedades de hábitos y culturas diversas.

El DEU puede ser definido como la versión uruguaya del habla rioplatense del siglo XX. No es pues un diccionario general del español, esa comunidad global en el que un hablante se identifica y esclarece dudas cuando acude al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). El DEU capta formas típicas en el uso escrito y oral del uruguayo, empleadas aún más allá de los límites del país, por habitantes de la zona. Por esto mismo, no es lo que podría ser un diccionario de uruguayismos. Tampoco se trata de una obra acabada, ni perfecta, aunque fue procesada con empeñosa rigurosidad.

Mi fraterno amigo, Don Aníbal Barrios Pintos, formidable paladín en los emprendimientos de la Academia Nacional de Letras -fallecido el 31 de mayo último-, en los coloquios que habitualmente manteníamos me hacía partícipe de los avances de la tarea que estaba llevando a cabo con miembros de la entidad. Y, más de una vez, me repitió que se trataba de un registro serio de usos nuestros, apartado de cualquier nota de fijismo o infalibilidad. Tras ello, con la humildad de los que saben, me preguntaba qué significado le atribuía a alguna voz o giro idiomático pluriverbal.
En la Introducción del DEU se anota que se han tomado vocablos y expresiones de “uso generalizado en todo el país”, así como de “regiones” o que son “peculiares de subgrupos de la comunidad”.
El lexicón incluye: términos procedentes del español con nuevos significados; voces nacidas del uso regional; préstamos de lenguas americanas autóctonas; variantes de vocablos de la región; palabras surgidas a partir de marcas, siglas, cifras, etc.; gentilicios; diminutivos y aumentativos y, sufijos.
Aporta frases multiverbales en que los vocablos y sus colocaciones poseen estructuras estables, que no admiten intercambio (como arroz con leche o régimen de facto), locuciones, enunciaciones y refranes (como ¡araca la cana!; entre bueyes no hay cornadas; ¡para semejante candil, más vale quedarse a oscuras!).
Como es de rigor, contiene anotaciones sobre los criterios de ordenamiento de la pieza.
Para los indagadores ha de resultar de particular importancia la abundante cita de la bibliografía consultada.
Este Diccionario del Español del Uruguay es una magnífica contribución cultural, que fotografía un siglo de las peculiaridades del lenguaje del castellano en la latitud sudamericana y platense.
En escaparates del centro de Montevideo puede verse el precio del libro a $580, siendo que surgió como un proyecto seleccionado por la Comisión del Bicentenario y contó con la asistencia económica del Ministerio de Educación y Cultura y de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Para hacer honor a la sentencia artiguista de “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”, sería atinado librar una edición económica, que llegue con comodidad a maestros, profesores y estudiantes.-

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