Escribe Walter Ernesto Celina
URBANISMO Y POLÍTICA
Ahora que la ciudadanía comienza a sumergirse en los temas electorales cabría preguntarse cómo crecen nuestras ciudades, cómo se trazan las vías y espacios destinados a las necesidades colectivas, cómo se prevén los sistemas sanitarios, cómo se evita la vulneración de la naturaleza y se cuidan los recursos renovables y los que no tienen forma de reposición, etc.
El urbanismo tiene que ver con estas y muchas cuestiones más. Por definición, se trata del conjunto de conocimientos relativos a la planificación, desarrollo, construcción, reforma y ampliación de edificios y del acondicionamiento de áreas libres y de recreación en ciudades, así como de la organización u ordenación de dichos elementos. Refiere, desde luego, a la concentración y distribución de los habitantes en centros poblados.
Este ramillete de asuntos se caracteriza por tener un perfil de naturaleza técnica, que precisa -para plasmarse- de un soporte político.
De ahí su actualidad permanente.
UNA RISTRA DE ASUNTOS PARA PENSAR
En el tomo XXX de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay aparece una excelente contribución de César J. Loustau, bajo la denominación de “El urbanismo en el Uruguay”.
Consta de dos partes diferenciadas. La primera refiere al Montevideo colonial y los comienzos de la República (siglos XVIII y XIX); la segunda, a los conceptos que empezaron a jugar en el siglo XX y lo que viene hacia estos primeros años del siglo XXI.
La sola enumeración de items que paso a reseñar da una idea del esfuerzo de síntesis del analista para condensar información sobre: La dirección de paseos y jardines (1889-1904); la urbanización de Carrasco (1912); el antecedente francés del plan Haussmann; casa de gobierno, delineamiento de avenidas y ubicación de edificios públicos; parque del pueblo (1914); embellecimiento de ciudades y pueblos (1918-1922); surgimiento de la cátedra de trazado de ciudades y paisajismo (1918-1922); plan Fabini (1928); legislación sobre higiene de la vivienda (1928); plan del Centenario (1930); creación del Instituto de Urbanismo de UDELAR; oficina del plan regulador; remodelación de la Av. Agraciada (1942); legislación sobre centros poblados (1946); propuestas urbanísticas de Vilamajó, Gómez y Bonet; plan director (1956); grandes conjuntos habitacionales; el desplazamiento del centro de la ciudad; deserción de la Ciudad Vieja; Ciudad de la Costa; la circulación; problemas del tránsito en la urbe; la realidad actual y, varios anexos: la autopista de la Av. Italia; el subterráneo; el puente Buenos Aires-Colonia y el plan de Montevideo (1998-2005).
Se trata de antecedentes, normativas, propuestas y proyectos de obras.
PROLEGÓMENOS DEL URBANISMO NACIONAL
César J. Loustau inicia su trabajo con una cita del recordado profesor arquitecto Américo Ricaldoni. Contiene una definición de etapas históricas de la disciplina en lo local. Sostenía, en efecto: “La planificación en Montevideo puede clasificarse en 4 períodos sucesivos. El colonial y militar, desde el año 1700 al 1800 aproximadamente, representado principalmente por los trabajos del ingeniero militar don Domingo Petrarca; luego el período de la planificación topográfica y vial, hasta 1836, caracterizada por la obra del coronel de ingenieros don José María Reyes en su calidad de primer presidente de la Comisión Topográfica; los seis años siguientes constituyen la tercera etapa, que clasificamos como arquitectónica y monumental, en mérito a la ordenación de espacios y edificios proyectada por el arquitecto italiano Carlo Zucchi; finalmente, el período de planificación administrativa hasta el año 1900, en el que la legislación regula el desarrollo urbano buscando inspiración en las preocupaciones edilicias que en ese tiempo dominaban: la seguridad, la salubridad, la vialidad y, hasta cierto punto también, el ornato de las vías públicas.”
LA LLAMADA “CIUDAD NUEVA”
Loustau precisa que, a partir de la finalización de la Guerra Grande, aumentó considerablemente la población, siendo la causa principal la corriente inmigratoria. “Hubo que agrandar -recuerda- los límites urbanos a costa de ocupar el ejido. El autor del plano de esta ampliación fue el argentino José María Reyes (1803-1864). La trama, también en damero, acusa un ligero enviaje con el de la Ciudad Vieja. Esta expansión monótona es conocida con el nombre de Ciudad Nueva.”
Agrega, en otro momento, que tal complemento urbano presenta, como una de sus pocas novedades, la mayor amplitud de la arteria principal, la Av. 18 de Julio, “ubicada en el lomo de la cuchilla”. Se le considera un “eje estructurante” del amanzanamiento. Dicha vía hizo que a Montevideo se la denominara “ciudad de la raya al medio”.
LA “CIUDAD NOVÍSIMA”
Indica el articulista especializado que “la Ciudad Novísima surgió luego de la paz firmada el 8 de octubre de 1851, que puso fin a la Guerra Grande e integró a la ciudad, los barrios de la Aguada y el Cordón. La Ciudad Vieja, la Ciudad Nueva y los amanzanamientos de la Aguada y el Cordón fueron resultado de la voluntad expresa del gobierno. No ocurrió así con el posterior crecimiento de la urbe, que obedeció a actos aislados de iniciativa privada.” Con una consecuencia: “su resultado fue desordenado”.
Hacia 1887 el ingeniero francés Norbert Maillart -autor del Edificio de los Tribunales de Buenos Aires- formuló un plan de avenidas y edificios que, dos años más tarde, fue adoptado con modificaciones, cerrándose el perfil del siglo XIX.
El catálogo presentado de manera erudita por César J. Loustau continúa con el sumario de puntos que, más próximos, en el tiempo, se registraron en el siglo XX, referidos en el inicio de esta nota.
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