Escribe Walter Ernesto Celina
14.01.2014
El “Vengador” convoca a sus
adeptos a la medianoche y campea a sus anchas por los territorios sureños que
hermana el Plata.
¿Lo reconoce? Está tocando los 70 años y no ceja en quebrar los
silencios de la noche con sus armas favoritas: la reflexión y la sonrisa.
No piense más: ¡Es nada menos que Alejandro Dolina!
Dos de
sus incitaciones juveniles lo llevaron lejos. Por un lado la música y, por
otro, la literatura.
Los estudios de derecho no lo persuadieron. Su
ingenio lo llevó primero a la comunicación publicitaria, que le habilitó sus
primeros espacios creativos. En progresión constante, Alejandro Dolina abrió,
de hecho, todas las puertas que quiso.
Transita por la música. Es intérprete, autor y
compositor. En su estilo reverdecen las esencias gardelianas.
La radio lo hace coloquial, filosófico y, con sus
amigos, alcanza una audiencia inimaginable. A la vez, colma fonoplateas y
teatros en Argentina y, en Montevideo, que le ha conferido, como ciudad, un
título honorífico al mérito cultural.
Con las
variantes correspondientes a una trayectoria dilatada -en que sorteó las
censuras militares con sus escritos- le
acompañan personajes sólidos que dan personalidad a su equipo. Algunos, al
vuelo: “El sordo” Gancé, Gabriel
Rolón, Patricio Barton, Gabriel Schultz, Jorge Dorio, Gillespi, Coco Silly
y músicos, entre los que están
sus hijos, Ale y Martín Dolina.
En su opereta “Lo que me costó el amor de Laura” grabó con Mercedes Sosa, Sandro, Joan Manuel Serrat y Ernesto Sabato,
entre otros.
Al
suceso literario “Crónicas del Ángel Gris” (1987), le siguieron otros títulos: “El libro del Fantasma” (1999), los
cuentos “Bar del Infierno” (2005) y “Cartas marcadas” (2012), su primera novela. Va de lo histórico, a lo costumbrista,
sin dejar de poner alfileres con elementos fantásticos, historias de ángeles,
demonios, milagros y episodios mitológicos.
Este
juego se espeja en las audiciones radiales, a los que suma inusitados
comentarios acerca de cualquier suceso de la vida cotidiana, que pueden versar
cómo usar un shampoo, cortar una cebolla o esquivar a un marido celoso en una
situación comprometida. Con unas pautas básicas, Dolina y los suyos, sencillamente,
divierten. Nunca dejan de hacer apuntes para pensar o divulgar algo de las
fuentes inagotables de las culturas antiguas.
El polifacético artista incursiona en la televisión, el
teatro, el cine. Su talento le permite cosechar una impresionante colección de
premios, de todo tipo. Martín Fierro 7 veces,
Clarín 4 veces, Argentores 4 veces, Konex, José Hernández, Enrique Santos Discépolo, Estrella de Mar,
Éter, TEA, Sadaic, Susini, Arturo Jauretche,
Lector de la Feria
del Libro 2013, por su novela “Cartas marcadas”. Además, Ciudadano
Ilustre y Visitante Ilustre de Buenos
Aires y Montevideo, respectivamente.
A propósito de su deseo
de argumentar en el género novela, entrevistado -hace unas semanas- por el
periodista Bernardo Borkenztain sostuvo respecto de “Cartas Marcadas”: “- Sí... de intentar el que me parecía el
género más difícil de todos. Si bien tengo un fuerte desconocimiento de todos
los asuntos literarios el de la novela era el que menos conocía, y así como uno
está deseando aprender la pieza que no sabe tocar, también desea adentrarse en
el género que desconoce, principalmente para aprenderlo, para indagarlo,
aprender con sus amigos, y para ver cómo le sale a uno, por supuesto”.
Con la misma humildad, ha dicho alguna vez: “El
universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no está en casi
ninguna parte”.
Alejandro Dolina,
un hombre que a la llegada de la
madrugada viene a la mesa del café. Sus relatos con pases inteligentes, las
voces que suma y las que recogen la poesía ciudadana cumplen su objetivo: invaden
y regocijan en la nocturnidad.-
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