miércoles, 20 de marzo de 2013

HOMENAJEA A CHARLES DARWIN


Escribe Walter Ernesto Celina
20.032013

Lo habitual en el séptimo arte es que los filmes que exaltan grandes personalidades de la historia, de las ciencias o del espectáculo discurran asidos a ciertos elementos centrales de la vida de los individuos.
La originalidad de la cinta uruguaya El rincón de Darwin, que acaba de estrenarse, formaliza el homenaje al gran sabio inglés bajo parámetros inéditos, tal vez, en el largo recorrido del cine.
Tres hombres toman la Ruta 1, de Uruguay, rumbo al sitio del departamento de Colonia que frecuentara, en 1833, el científico británico Charles Robert Darwin (1809-1882), tiempo en que apreció el clima, la estratificación geológica y sus relieves, los restos fósiles, la fauna, flora y los tipos humanos.
¿Qué impulsa a los viajeros, cuál es el comportamiento de cada sujeto, cómo llegan, qué los hace superar el desconocimiento que cada uno tiene de los otros? Esta es la materia del relato, cuyos detalles no corresponde develar aquí. Afinando el sentido, algunos diletantes quizás puedan considerar el filme como una parábola afincada en dos nociones darwinianas: la adaptación y la superación.
En su boceto, la película comenzaría como un relacionamiento accidental entre tres personas que no se conocían. Pero, un viaje a una zona paradisíaca de Colonia y la lectura de apuntes dejados por Charles Darwin, hicieron el resto en la cabeza creadora del cineasta Diego Fernández Pujol, figura visible de la Asociación de productores y realizadores de cine del Uruguay.
La latitud buscada, Punta Gorda, es una maravilla natural ubicada entre las ciudades de Nueva Palmira y Carmelo. Da por frente al Kilómetro Cero, referencia que marca la confluencia de los ríos Uruguay y Paraná.
Los carteles indicadores van llevando, como de la mano, a sitios relevantes. La Pirámide de Solís, la Batería de Rivera y el Rincón de Darwin.
En algún punto de estos parajes los habitantes autóctonos abatieron a Juan Díaz de Solís, el explorador de la conquista española que buscaba una salida marítima hacia el océano Pacífico. Un cañón y unos muros indican una fortificación de tiempos del caudillo Fructuoso Rivera. Sobre una barranca de unos 15 metros de altura, en material duro, la inscripción establece Rincón de Darwin.
Esa geografía exultante, resaltada por una rica historia, más los estudios y datos aportados por Charles Darwin, amasaron el resto de la historia cinematográfica.
A la trama tejida por los actores Jorge Esmoris (antes El chevolé y después La Redota), Jorge Temponi (25 Watts, Whisky, Mal día para pescar y otras) y Carlos Frasca (con  larga actuación en teatro y participación en El lugar del humo y Mataron a Venancio Flores), el director incorpora en off  la palabra del gran investigador, con lo que la road movie adquiere un colorido excepcional.
Los aspectos musicales fueron cubiertos por Fanny Glass y Gonzalo Deniz, la fotografía por Arauco Hernández, el diseño artístico por Gonzalo Delgado, el sonido por Daniel Yafalián y el montaje por Fernando Epstein.
Por detrás de la aventura de los tres hombres, la tierra litoraleña acerca su riquísimo pasado y, por este mérito, las escenas convidan a imaginar al científico magistral, tocando la sensibilidad del espectador.
El benemérito viajero del barco Beagle fue también un documentalista que retrató costumbres típicas de nuestros pobladores, los efectos de las guerras y formas del accionar político, aún no abolidas…
Admiró así, la otrora belleza envidiable del Río Negro, en una recorrida profunda por el departamento de Soriano.
Por ilustrativo, cabe citar este pasaje, recordado por Eduardo Blasina en la obra “Darwin en el Plata. El descubrimiento de la evolución” (1):
“La ciudad y las fortificaciones han sufrido mucho durante la guerra con el Brasil. Esta ciudad es muy antigua (referencia a Colonia del Sacramento, ungida por la UNESCO en patrimonio cultural de la humanidad. W.E.C.) y la irregularidad de sus calles, así como los bosquecillos de naranjos y de albérchigos (damascos.W.E.C.) que la rodean, le dan un aspecto muy bonito.
La iglesia es una ruina muy curiosa; transformada en polvorín, cayó sobre ella un rayo durante una de las tempestades tan frecuentes en el Río de la Plata. La explosión destruyó dos tercios del edificio; la otra parte que sigue en pie es un curioso ejemplo de lo que puede la fuerza reunida de la pólvora y la electricidad.
Por la noche me paseo por las medio ruinosas murallas de esta ciudad, que representó un papel tan grande en la guerra con Brasil. Esa guerra  tuvo deplorables consecuencias para este país, no tanto en sus efectos inmediatos como por haber sido origen  de la creación de una multitud de generales y otros oficiales de todas graduaciones. Hay más generales (aunque sin sueldo) en las Provincias Unidas del Plata que en el Reino Unido de Gran Bretaña.
Estos señores han aprendido a amar el poder y no tienen ninguna repulsión por batirse un poco. Por eso hay siempre muchos aficionados a promover trastornos y a derribar un gobierno que hasta ahora no se funda en bases muy sólidas.
Sin embargo, aquí y en otras localidades he notado que empieza a tomarse con vivo interés la próxima elección presidencial; eso es un buen síntoma para la prosperidad de este pequeño país.
Los electores no exigen a sus representantes una educación esmerada. He oído a algunas personas discutir las cualidades de los diputados por Colonia y decían que aunque no son comerciantes, todos ellos saben firmar (subrayados W.E.C.). Creían  que no es preciso pedirles más.”
El producto acabado de Fernández Pujol es más que un amigable entretenimiento protagonizado por muy buenos actores nacionales. Por todo lo que fluye de las imágenes, gestos y conceptos es una elaboración artística bien articulada. Las secuencias llevan al encuentro de la sombra augusta de un  personaje de la magnitud universal de Darwin.
Es un hermoso homenaje que, quiérase o no, juega como un desagravio: hace pocos meses el nombre de Charles Darwin fue arrancado a una localidad de Soriano por una legislación irreverente e iletrada. La sustentaron políticos de todos los partidos que, ¡oh casualidad!, demostraban que apenas sabían  firmar…
Nota (1): Págs. 140 y 141 - Ediciones de la Banda Oriental - 2009 - Uruguay
   

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