martes, 26 de febrero de 2013

POLVOS Y LODOS


LOS TANTOS EN SU SITIO
Escribe Walter Ernesto Celina
26.02.2013

En la verdad o en el error nunca fui un ciudadano pasivo. Desde mi más temprana juventud me afilié a los ideales de justicia y me ceñí en todos los ámbitos en que actué a una militancia democrática y de izquierda.
Padecí la dictadura cívico-militar que, ya desde antes de 1973, fue ensombreciendo el país. Actué contra ella en todo cuanto pude y soporté el rigor de no emigrar, lo que para muchos fue un salto al vacío.
No he olvidado a compañeros y amigos torturados y/o desaparecidos, luchadores honestos y, por tanto, buenas personas. En alguna medida los familiares que aún buscan a sus muertos queridos, son irrenunciable parte mía.
Por imperio de una ética humanista y solidaria y de una concepción tan artiguista como internacionalista, me importó siempre apresurar la justicia entre los hombres. Por tal razón, en todo momento entendí que no existe más alternativa que obrar con tesón y escrupulosidad para que el castigo legal recaiga sobre quienes llevaron adelante actos sistemáticos de terrorismo de estado. ¡Son los mismos que hasta hoy, con crueldad, esconden los cadáveres de sus víctimas!
Advierto que cada una de las decisiones de quien fuera escogido por la ciudadanía para ejercer la rectoría del Poder Ejecutivo están bajo la lupa y son objeto de cuestionamientos cotidianos. Es normal que se le critique o se le aplauda.
Asimismo, el Parlamento resultante de elecciones libres, cae bajo las miradas de tirios y troyanos. A nadie le `parece irregular que juristas, polítólogos y comentaristas de sus actos, digan del cuerpo legislativo lo que les place.
Es que el ejercicio de la crítica es consustancial al estado de derecho y a una noción plena de democracia política. Es la que impera, felizmente en el Uruguay tras la dictadura, con gobiernos de distintos signos.
 ¿Hay que poner los ojos en blanco y rasgarse las vestiduras cuando se critican públicamente sentencias y actos del Poder Judicial?
No existe ninguna razón para que los magistrados estén exentos del juicio de los habitantes del país, de los partidos políticos u otras entidades. La Constitución  Nacional no consagra vestales sagradas.
Es obvio que la crítica va en procura de una enmienda y, como tal, “presiona” en ese sentido. Está en la tapa del manual.
¡Y nada de rubores! La Suprema Corte de Justicia (antes era tan solo “Alta”) no es electa por voto popular. Sus miembros son designados por “acuerdos políticos”, entretejidos por quienes recibieron el apoyo del electorado para estar donde están.
Siendo de este modo y no de otro, la “independencia” del Poder Judicial es muy relativa, aunque los designados deban poseer determinados atributos técnicos.
Por eso hay que ir separando los tantos. Es mucha la hojarasca que mueve el viento politiquero. El escenario real debe ser preservado.
Los gobiernos colorados y del nacionalismo mantuvieron la “ley de impunidad”. El del Frente Amplio jugó bien sólo algunas cartas y con las restantes desbarró.
1.- La recolección de firmas para derogar la “ley de caducidad de la pretensión punitiva del estado” concluyó -a duras penas- meses antes de las elecciones últimas. Puede recordarse el acto simbólico de firma de José Mujica, asistiendo a la sede del PIT-CNT. 2.- Como sucedió con el plebiscito para consagrar el “voto epistolar”, para derogar la malhadada ley el Frente Amplio se mostró renuente en la campaña, evitando confrontar con los partidos tradicionales, opuestos a las dos iniciativas. Cuidaban los votos para ganar las elecciones… 3.- Esta claudicación tuvo sus consecuencias. Lo acaba de manifestar el Cr. Pablo Ferreri, Director de la DGI, quien aludiendo a la escasa movilización de 2009, expresó que “lo único que cabe es autocrítica por no haber militado lo suficiente para ganar el plebiscito". 4.- En 2011 Mujica corrió al Parlamento y obtuvo el apoyo del diputado Víctor Semproni para no votar la derogación de la ley, ya que “le haría mal al Frente”… 5.- Ahora el MPP pasa de gran omiso a gran activo y, por boca de la esposa del Presidente, senadora Lucía Topolansky, comunica que su sector impulsaría -a través del Frente Amplio- el juicio político a la Suprema Corte de Justicia. Una pretensión insostenible. Precisarían los 2/3 de votos del Senado, que el progresismo no tiene, ni conseguiría.
Endeble y resignando banderas, el Frente Amplio cosecha lo que sembró: descrédito.
La Suprema Corte de Justicia no sólo no mostró transparencia al trasladar -sin expresión de causa- a la jueza criminalista Dra. Mariana Mota sino que, con su decisión de revivir la “ley de impunidad”, infirió a la causa de la justicia un retroceso que solo contentará a los gorilas y a quienes les dieron vida.
Habrá que seguir repitiendo que, aquí y en el mundo, los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles.

No hay comentarios: