Escribe Walter Ernesto Celina
Uno de los aspectos en que los artistas nacionales aparecen relegados es el que tiene que ver con su casi nula presencia en los programas de televisión.
La utilización comercial de frecuencias de transmisión opera sobre un bien social. En contrapartida, por ese uso con fines de lucro privado, los concesionarios deben aplicar recursos humanos locales en las áreas artística, profesional, técnica, cultural.
Asimismo, los órganos públicos competentes (Ministerios de Trabajo y Seguridad Social, de Educación y Cultura, URSEC, etc.) están llamados a asegurar una racional protección de la vasta gama de trabajos del quehacer artístico.
Sin embargo, hasta ahora, su vocación ha sido tan débil como nula.
La Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad Cultural (UNESCO) fue ratificada por Uruguay.
Dicha legislación determina el derecho de las naciones a fijar políticas culturales con el objeto que no sucumban sus raíces vernáculas, donde se fincan elementos íntimos de las identidades.
Más aún: la Carta Cultural Iberoamericana (Montevideo, 2006) distingue a los medios de comunicación como partícipes en una misión de servicio público cultural.
A contrapelo de lo que viene de citarse, cada canal privado de televisión emite un promedio de 8 horas diarias de ficción extranjera, equivalentes al 50% de la programación.
El envasado foráneo desplaza y relega a los creadores uruguayos.
Esa producción goza de resguardos en los países de origen, disponiendo de recursos diversos. Entre ellos, uno: el pago por las emisoras de un gravamen, proporcional al monto de sus facturaciones anuales.
Las televisoras funcionan, en general, como repetidoras del trabajo generado fuera de fronteras. Ello va en desmedro de los agentes culturales locales.
La Sociedad Uruguaya de Actores (SUA), entre otras demandas, promueve ante las autoridades competentes reivindicaciones muy justas:
1.- Reservar un porcentaje del 5% de la venta del espacio publicitario, en el ofrecimiento diario de ficción, no inferior a 20 Unidades Reajustables (UR) la hora. Los recursos obtenidos serían destinados a la promoción de la ficción nacional para televisión.
2.- Determinar una cuota-pantalla de ficción nacional.
3.- De no disponer los canales de producción propia de ficción, establecer un régimen de adquisición de materiales a realizadoras locales.
No se trata de pretensiones desmesuradas. Puede apreciarse que protegiendo y cultivando los valores nacionales, se promueve la soberanía cultural.
Recogiendo el preclaro mandato artiguista de ser “tan ilustrados como valientes”, importa decir que, para serlo, el país no puede desatender los rubros culturales.
Es hora de exigir a la televisión lo que ella ha podido dar y hasta ahora no ha brindado.
waltercelina1@hotmail.com