Escribe Walter Ernesto Celina
26.07.2013
El nombre Bertil resulta extraño en las latitudes
latinoamericanas, lo que no quiere decir que no exista. Aparece en las
genealogías europeas y, especialmente en las nórdicas.
Hay una historia casi enternecedora y es la que ligó
al príncipe Bertil de Suecia con la bailarina de “night club” Lilian Craig. En Uruguay vive hoy -al menos- un Bertil.
El nórdico mantuvo desde 1943, bajo estricto secreto
hasta avanzados los años 70, su relación con la plebeya. Recién en 1976 obtuvo
la dispensa dinástica para esposarse con la mujer de sus amores.
El Bertil uruguayo acaba de asomar a la superficie con
motivo del caso del “Berlusconi
sanducero”.
Cabe ubicar el asunto, empezando por su antecedente
más remoto, apelando -otra vez- a la geografía.
A un mes de la sentencia en que el exprimer ministro
italiano Silvio Berlusconi fuera condenado -por un
tribunal de Milán, de primera instancia- a siete años de prisión e inhabilitación
perpetua para el ejercicio de un cargo público, juzgándosele por abuso de poder
e incitación a la prostitución de menores, estalla en la Intendencia Municipal
de Paysandú una verdadera bomba.
El
más inmediato colaborador del Intendente, el Secretario General de la Comuna,
Dr. A. de los S., es sorprendido por la policía conduciendo su vehículo, con
una ingesta de alcohol 5 veces y media superior a la tolerada para guiar un
rodado. Lo acompañaban dos mujeres. Una menor de 18 años y otra mayor.
¿Pero de dónde acababa de salir el
segundo jerarca de la Intendencia de Paysandú?
De una solariega barbacoa llamada “La Casita” del parque, una finca
destinada a celebraciones. Sus llaves conceden, previa reserva, por el
mismísimo municipio…
El auto de procesamiento con prisión del renunciante secretario
fue por propiciar “una fiesta donde se
ejecutaron actos impúdicos, contrarios a la moral y a las buenas costumbres”,
en el que no menos de tres menores tomaron parte y, donde habría podido
disponerse con libertad, de cocaína. Es indubitable que “la buena imagen de la administración” -como sugiere el lenguaje
forense- quedó afectada. El peso de la ley provocó verdadero estruendo.
El funcionario procesado integraba el núcleo político afín al Intendente
Bertil Bentos, quien pertenece al grupo Alianza
Nacional, que encabeza otro sanducero, el senador y precandidato presidencial Dr. Jorge
Larrañaga.
Han llamado la atención las declaraciones del escurridizo jerarca
supérstite, el señor Bentos.
Consultado por la prensa (1) acerca
de qué relevancia le daba a lo ocurrido, contesta casi distraído: -“¿Al episodio de
alcoholismo? Para mí fue un golpe muy duro. Aunque no tanto, ya que a renglón
seguido disimula, sosteniendo: -“Se
alcoholizó y bueno… Una falla que tiene todo ser humano.” Dando una
vueltita con destreza acrobática, consciente que no podía esconder semejante
bulto, agrega lo que ya sabía antes que cualquiera de nosotros: -“Yo me enteré luego que participó de una
reunión en “La Casita” del parque, donde hubo otros problemas colaterales, que
no voy a entrar a detallar.” ¡No faltaba más, magnífico Bertil!
El Secretario Municipal se tomó una docena de whiskyes -manifestó
que a lo “cow boy”, ligerito y sin
hielo-, cantó con una joven menor, se
alcoholizó y… es humano. Apenas un episodio banal que algunos caracterizan como
borrachera. En cuanto a los problemillas “colaterales”,
mejor dejarlos afuera.
Sobre qué le fue revelado al Intendente Bertil Bentos por su
amigo, el imputado, y si le creyó: -“Son
cosas privadas que no tienen nada que ver con la actividad municipal.” Está
visto. Atañen a la más pura moral privada. Conciernen al sacrosanto fuero
íntimo.
Luego, ya cediendo y, admitida la gravedad política de
los sucesos, establece: - “… inicié, como principal referente de una
agrupación política del Partido Nacional, el pedido de que se tomen las medidas
del caso para retirarlo de los registros como autoridad política.” Ergo,
hay que poner de patitas en la calle al correligionario.
Como se advierte, nada lo del ojo. ¡Pero lo tenía en la
mano!” Apagón total.
En resumen, “La
Casita” de Don Bertil superó cualquier marca en materia de “nigth club”: francachela, alcoholismo,
sexo a la carta y drogadicción en un bien público, todo bajo la mirada perdida
de quien gozaba de su máxima confianza.
El Diario “El
Mundo”, de España, tituló: “Uruguay
ya tiene su Berlusconi”.
No es una buena noticia para nadie.
(1): El Observador – 23.07.2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario