Escribe Walter Ernesto Celina
28.03.2013
UN
APARECIMIENTO MÁGICO
La
congregación juvenil tenía como punto de referencia una esquina, a dos cuadras
de aquel liceo en cuya cúspide podía encenderse simbólicamente la antorcha del
saber y, en sus paredes frontales, leerse siempre letras, ciencias, arte.
Asistir
a un momento mágico es un privilegio, no un acto de fe. Aquella tarde vino
hacia nosotros Pablo Neruda con un manojo de poemas, a la medida de nuestras
edades. Con una leve sonrisa, nos dejó algo escrito entre 1923-24. Sus Veinte Poemas y una Canción Desesperada.
Su modernidad era distinta a todo lo antes visto y elogiado. Penetraba con
naturalidad nuestra psicología. Por todos los poros:
Puedo escribir los versos más
tristes esta noche./ Yo la quise, y a veces ella también me quiso./ En las
noches como esta la tuve entre mis brazos./ La besé tantas veces bajo el cielo
infinito./ Ella me quiso, a veces yo también la quería./ Cómo no haber amado
sus grandes ojos fijos…
DEL BRAZO
CON SU MUSA
El
amor, en sus más variadas facetas busca la memoria en el Canto General y, en Amor
América (1400), abre sus versos así:
Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:/ fueron las cordilleras, en su onda raída/ el
cóndor o la nieve parecían inmóviles: fue la humedad y la espesura, el trueno/
sin nombre todavía, las pampas planetarias…
Exalta
la prioridad del poder cósmico, como antes rememoró, con elogio cristalino, a
Luis Companys, el Joven padre caído con
la flor en el pecho,/ con la flor en el pecho de la luz catalana,/ con el
clavel mojado de sangre inextinguible,/ con la amapola viva sobre la luz
quebrada,/ tu frente ha recibido la eternidad del hombre/ entre los enterrados
corazones de España…
Sí,
de la doliente tierra republicana; la de sus amigos Federico García Lorca y Rafael
Alberti; la que acogiera a la Brigada
Internacional y de la que a su llegada dijera: …por un valle de duras rocas de sangre/ pasa un inmenso río con palomas
de acero y de esperanza.
VISITADOR
CONSTANTE
Visitante
asiduo de Montevideo, de las costas de Canelones y Maldonado, tuve el privilegio
de asistir a dos de sus recitales. Uno en la Facultad de Arquitectura y otro en
el Teatro Palacio Salvo. Al saludarlo e invocar al común amigo, el Ing. José
Luis Massera, recibí su exclamación con un gesto de familiar aceptación.
Por
esos años -1958- el hombre de letras era un personaje mundial reconocido. Emir
Rodríguez Monegal, proficuo miembro de la generación uruguaya del 45, lo
entrevistó para “Marcha”, en un momento en que Neruda permanecía en Atlántida,
en el chalet del cineasta Arq. Mántaras. Y da tres características: “…junto a su
misión de poeta, tan tempranamente descubierta en Temuco y Santiago y junto a
su misión de político, impuesta entre la sangre y las bombas que destrozaban a
España, Neruda ha encontrado ahora (o hace pocos años) una tercera misión: la
de conocer el mundo. Y sobre todo, el mundo en torno del cual se levantan cortinas
en la guerra fría, ha salido de su América, la del “Canto General”, y se ha volcado en la otra mitad del mundo, la
que aparece cantada en “Las uvas y el
viento”.
Pero no
sale sólo para cazar imágenes o atesorar experiencias que encerrará luego en
sus poemas. Sale también para ver y conocer, para volver y contar. Porque en
esta tercera misión que ha descubierto y que practica con tanto entusiasmo,
contar es la palabra clave.” Su perfil era pues, el del militante abierto a
un mundo muy diverso y ajeno. Se detenía
en todas las esquinas del mundo. Tenía la capacidad de descubrirlas. Para él y
los demás.
MÁS VOCES RODEÁNDOLO
El escritor Dr. Carlos Martínez Moreno, entrañable
catedrático de la Facultad de Derecho, recordó el lazo fraterno que unía al
chileno con el gran Federico. En el ex Teatro Mitre -luego Cine Hindú-, Neruda
refirió que, llegando a España, fue recibido en el andén por el poeta granadino.
Tuvo entonces, en la modesta salita capitalina, estos conceptos para definirlo:
Su persona era mágica y morena y traía la
felicidad.
Rafael Alberti, exiliado
militante, cultivador de palabras y amigo de Uruguay, lo caracterizó así: …la poesía del continente americano limita
al norte con Walt Whitman y al sur con Pablo Neruda. En el centro, entre esos dos
límites, estarían Rubén Darío y César Vallejo.
TESTAMENTO
Epilogando su vida, el poeta
tomó de su hirviente fragua versos que, como dardos incandescentes, volcó sobre
el pinochetismo:
…Para el traidor que ascendió sobre el crimen,/ pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,/ pido castigo.
Para los que
defendieron este crimen,/ pido castigo…
*¡*