Escribe Walter Ernesto Celina
03.08.2013
En
forma despaciosa van revelándose algunos signos de la orientación del Papa Francisco. Aunque dichas señales
aún no sean las suficientes, convendrá ir relacionándolas con el estado de
situación de la Iglesia Católica
Apostólica Romana.
Cabe
recordar, como elemento previo que, por definición, los Papas son sujetos bifrontes. Expresan una dualidad casi extraña
para el mundo moderno. Han sido monarcas teocráticos. Francisco lo es, resultando el único subsistente en Europa. El
régimen es comparable al de países con otras religiones, como Irán, Israel o
Arabia Saudita. A la par que Jefe de Estado pues, el Papa es cabeza del culto.
Territorialmente
el Estado de la Ciudad del Vaticano
ocupa 44 hectáreas, siendo esta área un enclave dentro de Roma (Italia). Su
población oscila en alrededor de los 900 habitantes. El Reino de Italia en 1870
redujo a tal expresión a los llamados Estados
Pontificios, en lucha por la limitación del poder temporal de la Iglesia.
Tras
las esperanzadas celebraciones político-religiosas de Brasil, el sumo sacerdote
Jorge Bergoglio retornó a la sede pontifical.
En
contraste, los organismos que comanda soportan una crisis honda, con algunas características
a considerar.
La primera -y muy
significativa- es la reducción de la masa católica. En base a un informe de la Organización
Internacional de Migraciones, el no sospechado de jacobinismo núcleo de
diarios “GDA” (1) realiza, a 2010, la
estimación del número de feligreses en América del Sur, el Caribe y México.
Alcanzan, aproximadamente, a los 432 millones. En las tres últimas décadas, el
crecimiento a 120 millones de los credos protestantes-evangélicos marca un
ascenso constante, así como una diferenciación de estos grupos de fe, con la
iglesia romana. El hegemonismo cristiano que venía desde la conquista se ha
roto, con bastante profundidad.
El
fenómeno, advertido en la Conferencia
Episcopal de Aparecida (Brasil, 2007), hizo que el anterior Papa, Benedicto XVI, llamara a recuperar el
terreno ante la penetración de variadas corrientes. Por entonces, el encuentro
obispal sostuvo que el monopolio se quebró por un orden eclesial “sin
argumentos y sin creatividad”.
Ahora,
Francisco vino a Brasil a poner un
torniquete al sangrado. Mezclándose con la gente, desafió a los fieles a romper
sus autolimitaciones e intimó a los jóvenes a “armar lío” en las diócesis.
Los
datos de todos los países tratados en el informe “GDA”, con la autoría de
Natalia Gómez y José Guaderrama, dan cuenta de la caída a pique de número de personas que se apartan de los
llamados sacramentos, caso de los
matrimonios, bautismos y comuniones, entre otros.
Alcance
para esta panorámica citar que en Uruguay, en 1989 se registraron 4357
bautismos. En 2010 la cifra descendió a 2947. Baja del 55%. Las comuniones se
redujeron en un 32% en dos décadas. El desplome
fue en el campo matrimonial: ¡68%!
Este
cuadro se repite por doquier. ¿Las causas?
Como
en un muestrario de espinas, han sido puestas de relieve desde la misma grey católica. Enid Miranda Matos, doctorada en
filosofía y antropología de las religiones
y directora de relaciones internacionales en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, sostuvo: “Tenemos que resolver el problema de los
divorciados. Tenemos que resolver el problema de los gays. Tenemos que resolver
el problema de los matrimonios que, aunque
no los reconozcamos, se dan. Conozco muchos divorciados que hace años no pueden
tomar la comunión, precisamente, porque son divorciados…” Con fuerza
indubitable, en otro pasaje, manifestó: “Lo
que me interesa más es el papel de la mujer. ¿Por qué no podemos acceder al
sacerdocio? ¿Porque Cristo escogió 12 apóstoles? ¡Sí, pero detrás de cada
apóstol había unas mujeres y sin las mujeres no hubiesen podido hacer lo que
hicieron!”
A
este racimo candente habría que agregar, al menos, los crímenes de pederastia
sacerdotal contra infantes, las acciones de corrupción interna y, aún las mafiosas,
en el Banco Vaticano (IOR).
Tras
el espectáculo de la algarabía de la fe en Rio de Janeiro, ya volando hacia
Roma, el novel Papa conversó con medios de prensa que le acompañaron.
Sobre
el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo, fue tan tradicionalista
como lacónico: “La
Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso…” Punto.
En
cuanto a la apertura hacia la mujer, ratificó conceptos clásicos, admitiendo
que hay que profundizar una “teología de
la mujer”… Punto.
Con referencia a las
personas gays, lanzó una mirada
condescendiente, sin profundizar: “¿Quién soy yo para criticarlos?” Punto.
Relacionado con la
banca vaticana, reiteró que una comisión
investiga y elaborará propuestas. De momento, nada.
Como se advierte, el
Pontífice Bergoglio, no arriesga un
ápice para quienes desean cambios verdaderos en el universo católico. Hace
equilibrios políticos en una soga floja. La barra está en sus manos pero, no
avanza. Le cuesta hacerlo.
Nota (1): GDA, Grupo Diarios de América.
Entre más
integrantes están: La Nación, O Globo, El
País, El Mercurio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario